Sabemos que los hijos no nacen con una guía o instrucciones bajo el brazo. Sin embargo, existen algunos límites que son necesarios poner durante la crianza de nuestros hijos. Esta es una historia para reflexionar... Léela y cuéntanos si estás de acuerdo.
Un día una mujer de unos 55 años visitaba a su hijo de 23 en la cárcel, al cual llamaremos Carlos. Su hijo estaba preso por homicidio involuntario, ya que había atropellado a un niño por conducir a alta velocidad en una calle que no permitía ese exceso y, para colmo de males, él joven conductor iba en vía contraria, tratando de escapar de una patrulla policiaca que lo perseguía por haberse pasado la luz roja.
Carlos se fue a la cárcel en silla de ruedas, pues el padre de la criatura, al sentirse molesto e impotente, lo dio una golpiza que le destrozó los huesos, y el policía (que vio todo lo que pasaba porque estaba muy cerca, se hizo de la vista gorda) lo detuvo, cuando apenas aún respiraba.
El hijo, amargado por su situación, le dijo a la madre:
- ¿Sabes qué, mamá? Yo no soy un asesino ni soy un (#$&/&) desalmado. He llegado a la conclusión de que estoy aquí porque aprendí bastante bien a romper las reglas. Me acostumbré a no respetar ningún límite.
- ¡Ay, mi hijo! Es que siempre fuiste difícil, desde pequeñito. Cada vez que yo te daba una orden o alguna instrucción, tú te enfadabas y me desafiabas. Armabas unos berrinches, que ni tu padre ni yo te soportábamos. Así es que, te dejaba hacer y deshacer a tu antojo, para evitar conflictos y mantenerte calladito para que tu papá no me dijera: "¡Calla a ese niño!
Fuiste creciendo y tu actitud seguía igual, pensé que cambiarías conforme fueras creciendo. Pero cuando tenías 3 o 4 años, yo te decía:
"Cómete tus verduras para que crezcas fuerte y sano, pero tú me contestabas: 'Yo no quiero ser ni fuerte ni sano. ¡No me importa! ¡Déjame en paz!'".
Cuando yo te decía: "¡Organiza tu habitación!", decías: ‘No voy a organizar nada, así estoy contento. Si te molesta, ¡Recógela tú!
Yo te imploraba que no destruyeras las cosas... "Cuídalas", te decía. Pero tu me respondías: 'No me importa, así quiero jugar; y si no me compras cosas nuevas, voy a gritar y lloraré hasta que me las compres.
Si yo trataba de obligarte a respetarme, usando mi autoridad, te decía: "En esta casa se hace lo que yo digo", pero tú enseguida te ponías rebelde, y me gritabas: "No, mamá, no lo haré... ¡Ya no te quiero! Y si me hablas así, ¡me voy de la casa!
La madre continuó recordándole a Carlos cada instrucción seguida de una respuesta subversiva y áspera. Cada vez que los padres pasivos, blandos y flojos le pedían algo al hijo, este se hacía más rebelde.
Hasta que el hijo la interrumpió y le gritó:
- ¡Basta! ¡Ya mamá! Sólo dime una cosa: ¿cómo fue que siendo ustedes adultos, le creíste y le obedeciste a un niño tan pequeño?
¡Mira! ¡Mira lo que han hecho! A mis 23 años estoy destrozado. Soy un infeliz sin futuro. No sirvió de nada que estudiara o que hayamos sido pobres. ¿No entiendes? Le quité la vida a una criatura, y de paso he arruinado tu vida y la de mi padre. ¡La vida en la cárcel es un infierno!
REFLEXIÓN
Vivimos en una cultura en al cual muchos de nuestros niños se crían sin disciplina. El resultado es deprimente: adultos egoístas, exigentes y quejones.
Si tu hijo estuviera a punto de caer por un precipicio, y tú lo estuvieras agarrando de la mano, ¿ lo apretarías con todas tus fuerzas o... sólo lo sostienes su mano suavecito para que no le duela?
Lo mismo pasa con los valores, reglas o disciplina que empleas con tus hijos. Sé responsable, y aprieta ese muchacho fuertemente para que lo libres de caer por el precipicio de la vida.
Sabemos que tú le diste la vida y lo amas. Sabemos que no es fácil aguantar sus berrinches, ¿qué te hace pensar que los demás lo harán?
No obstante, la Biblia brinda algunas soluciones. Hoy en día muchos no están de acuerdo:
"Instruye al niño en su camino,
Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él", Proverbios 22:6
“El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.” Proverbios 13:24
“La vara y la corrección dan sabiduría; Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.” Proverbios 29:15
“La necedad está ligada en el corazón del muchacho; Mas la vara de la corrección la alejará de él.” Proverbios 22:15
Padres, entiendan que los niños que no aprenden las consecuencias del mal comportamiento, crecen confundidos; y son incapaces de distinguir entre el bien y el mal. Convirtiéndose en seres consentidos y egoístas.
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