La distimia afecta a un 1% de los niños y entre el 2 y el 8% de los adolescentes. Los menores presentan en esencia los mismos síntomas que los adultos: más quejas frecuentes de dolores de cabeza y de estómago.
En los niños más pequeños el cambio del estado de ánimo puede no ser tan evidente, siendo en estos la irritabilidad y los desajustes conductuales los síntomas de mayor prevalencia.
La distimia al igual que la depresión varían, no obstante, el ambiente y los acontecimientos de estrés prolongados son significativos en la aparición de este problema.
Sin tratamiento, lo habitual es que la distimia evolucione a una depresión mayor. Sin embargo, el tratamiento más eficaz es la asociación de fármacos antidepresivos inhibidores de la recaptación de serotonina apoyados por las psicoterapias conductuales, cognitivas, psicoanalíticas, interpersonales o de grupo.
Son pocos los que se recuperan totalmente. En la mayoría de los casos, el objetivo de utilizar psicofármacos es tratar el problema sin resolverlo completamente, pero sí mejorando significativamente el cuadro sintomatológico.
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