¡Oh, Dios mío!, ¡Dios, sácame de esto!
Mientras iba por la parte superior, pude ver que en la parte inferior no había ninguna salida. Supuse que me golpearía con la parte inferior, y si me volteaba, probablemente no iba a poder enderezar el kayak...Esto nunca es una experiencia agradable, pero sin duda es parte del kayak. No habría sido la primera vez que me había sucedió.
Mary creció rodeada de agua. Prácticamente creció en un bote y le encanta el agua. Pero siempre temió morir ahogada, siempre pensó que era algo aterrador y horrible.
Cuando llegué a la parte inferior de la cascada, el frente de mi kayak quedó atrapado entre las rocas bajo el agua. Yo estaba completamente sumergida -probablemente a ocho o diez pies bajo el agua. Uno de los chicos que me buscaba pasó justo por encima de mí y no se dio cuenta.
Pero yo no estaba aterrorizada. De hecho, cuando esto sucedió, yo estaba muy tranquila. Soy una cirujana de columna. Estoy acostumbrada a situaciones de alto estrés. Y ciertamente no era la primera vez que estaba bajo el agua con mi kayak. De inmediato traté de liberarme, pero no podía mover las piernas. El volumen y la fuerza del agua era tal que mi torso estaba completamente pegado a la proa de mi kayak. No podía moverse en absoluto.
Soy muy pragmática, reconocí mi situación. Yo sabía que estaba demasiado lejos de la orilla para que alguien pudiese llegar a tiempo... Aún así, no me entró el pánico y dije: "¡Oh, Dios mío!, ¡Dios, sácame de esto!" Tomé una decisión consciente y pedí que sólo la voluntad de Dios fuera hecha.