Una vida ¿con propósito?
Mi madre me tuvo que contar todo. Mi padre llegó a hacer negocios y recoger un dinero con unos amigos, y ahí fue atacado y herido, y después perseguido por unos narcotraficantes. Ahí en aquella casa dejaron 4 hombres muertos y un niño, y a nosotros nos persiguieron hasta que mi padre chocó contra la pared de una casa y ahí nos acorralaron y descargaron todas sus armas sobre nosotros. Mi padre y mi hermana murieron ahí al instante. Mi padre recibió varios impactos de bala, su cuerpo quedo destrozado, igualmente el de mi hermana. A mí me dieron por muerto, pero solo dos balas me tocaron directamente en el brazo izquierdo, y otra me perforo las costillas y quedó alojada cerca de órganos vitales, pero no me dañó nada por dentro y otra me rozó por la cabeza, pero solo me quemó la piel. También me fracturé la clavícula izquierda, pero tal vez por el golpe al estrellarse el auto.
Amigos, ahorita les escribo desde Houston Texas. Ya hace dos años que estamos aquí. Mi madre decidió que nos mudáramos a este lugar. Ya estoy asistiendo a la escuela y ya compramos una casa. Mi madre está muy metida en la iglesia ayudando de voluntaria en lo que puede, y yo les he contado todo esto para que me recuerden en sus oraciones.
Bueno, acuérdense de los dos, de mi mamá y de mí, pero pidan especialmente por mí para que Dios me dé fuerzas, porque estoy seguro de que en ese sueño que tuve el día de la tragedia, yo sé que Jesús me regresó a esta tierra para que cumpla con el mandato de mi padre, de cuidar a mi madre y para alguna otra cosa, y todos los días viene a mi mente esa palabra “PROPÓSITO”, y como ustedes la usan mucho en sus escritos, por favor, pídanle a Dios que me ayude a entender mi propósito y si É quiere que yo haga algo más o si de algo más le puedo ser útil a Él y a ustedes.
Me gusta escribir, me gusta enseñar, me gusta la ciencia, las matemáticas. Pero yo sé que hay algo que viene de Dios. Aún no entiendo que es, pero sé que Dios tiene para mí un propósito.
Ya no quiero sentirme triste por extrañar a mi padre y a mi hermana, ni quiero escuchar llorar a mi madre. Pídanle a Dios que me haga un hombre fuerte. En el Nombre de Jesús, amén.
José Manuel Q.
Houston Texas
Hermanos, el día del funeral de mi padre, mi madre le acomodó su pistola dorada que ella recuperó de la policía, y la acomodó en la cintura -dentro del ataúd- para que mi padre se la llevara a su tumba. Yo le pedí a un amigo, que como pudiese, tomara la pistola, (o que se la robara del ataúd) y me la entregara. Mi amigo le pago $1000 pesos a un empleado de la funeraria, y él me consiguió la pistola: me la dio envuelta en una franela roja, y cuando la abrí, leí las letras que tenía en la "cacha" (la agarradera), y esas letras decían, ¡MI NOMBRE! Mi padre había escrito mi nombre en la pistola. El empleado de la funeraria camuflajeó un bulto -ahí en al ataúd- para que mi madre pensara que enterrábamos a mi padre con su pistola. Pero la verdad, y mi pecado oculto es que yo la tengo conmigo. Nada más quería decirles eso. La guardo con cariño, jamás para venganza contra nadie. De todas maneras, no tenemos idea de quienes fueron los que asesinaron a mi padre.
**Algunos detalles fueron cambiados para proteger la identidad y seguridad de este joven y su madre, quienes prefirieron que no demos a conocer su real paradero