No temas, no desmayes, no le des el gusto a los burladores de verte derrotado. Hazlo por ti, por los tuyos. Pero más que nada, hazlo pensando en aquel que te amó; y sin darse por vencido caminó, y quien al igual que tú, a cada paso que daba, se incrementaba su agonía y su dolor.
Un billón de razones tuvo Él para claudicar, pero pensando en ti y en todos aquellos que hoy estamos luchando en contra de un imposible: Jesús siguió por esa vía dolorosa paso a paso, caminando firme, cargando mis fracasos, llevando a cuestas tu dolor en sus hombros; soportando el peso de una cruz que Él no merecía en su espalda; recibiendo los latigazos de la injusticia, y sus oídos escuchando los insultos de los que lo despreciaban, de los que se creían mejor que él, de los que lo querían ver muerto.
Abre tus ojos y mira hacia enfrente de ti. Mira tus sueños, tus anhelos. ¡No, no son fantasías! Son semillas sembradas por Dios mismo en tu corazón. Ahora, arranca de ti todo vestigio de duda y de incredulidad. Porque aún, si tus bolsas están vacías o si tu futuro se mira incierto; y aún, si tu camino ahora está lleno de injusticias y de problemas: acuérdate que hay alguien que ya caminó por esa misma vereda. El mismo Jesús quien dijo: En el mundo tendrás aflicción, es el mismo que te dice hoy: CONFÍA, YO HE VENCIDO AL MUNDO.
Él no te ha dejado solo. En su palabra, Él ha dicho: No te dejaré huérfano...
Tú tienes un Padre que pelea por ti, no uno que se acobarda y huye ante cualquier peligro. Santo guerrero, poderoso en batalla. Él camina frente a ti derribando toda amenaza que intenta robar tu felicidad, doblegar tu corazón y asesinar tus sueños.
Súbete a sus brazos, permite que Él te tome y te levante a ese lugar que solo tú y Él conocen. Donde Él te llama por tu nombre y te dice:
Hijito, aquí estoy. No digas: "no puedo". No digas:"no tengo". No digas: "no soy", porque Yo soy el que puede, Yo soy el que tiene y YO SOY EL QUE SOY.
Recuérdalo, todos los días, una palabra de fortaleza para ti
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