Reflexión sobre el salmo 23 el Señor es mi pastor y nada me faltará

2022-03-19

Hace muchos años una niñita llamada Liz  sufría de una extraña enfermedad. Su única oportunidad de recuperarse – aparentemente- era una transfusión de sangre de su hermanito de 5 años, quien había sobrevivido milagrosamente a la misma enfermedad y había desarrollado los anticuerpos necesarios para combatirla.

El doctor explicó la situación al hermano de la niña, y le preguntó si estaría dispuesto a dar su sangre a su hermana. El niño dudó por un instante antes de tomar un gran suspiro y decir: "Sí, lo haré, si eso salva a Liz”.

Mientras la transfusión continuaba, él estaba acostado en una cama al lado de la de su hermana, sonriente viendo retornar el color a las mejillas de la pequeña niña. Entonces la cara del niño se puso pálida y su sonrisa desapareció. Miró al doctor y le preguntó con voz temblorosa: "¿A qué hora empezaré a morirme?" 


Siendo solo un niño, no había comprendido al doctor; él pensaba que le daría toda su sangre a su hermana. Y aun así se la daba. 
Da todo por quien ames.

 

 

Más historias conmovedoras:

-El indígena repugnante

-El campesino y sus viejos zapatos

-El mejor amigo

-El rabioso y los clavitos

-El valor de la creatividad

-Mejor escríbelo en una roca

-La vida es un espejo

-Las apariencias engañan

-Una carrera emocionante