Edición: Hermes Alberto Carvajal
“Qué bien que andan trabajando; los felicito”, dijo el señor. “Y también estudiamos”, le dije, como para que la regañada fuera más leve. “Muy bien, muy bonito trabajo”, dijo el señor en un tono muy amable. “¿Y cuánto es por la lavada?”, preguntó. “Son 15 pesos”, le contesté sin titubear. “¡Aaahhh, caraaay! Cobran tres veces más caro que el car –wash automático que está en el bulevar”, dijo con asombro. “Es que nosotros somos tres y además venimos a domicilio”, le dije, como queriéndolo dejar sin argumentos de discusión.
Sonrió mientras rascaba su cabeza como diciendo “¡tienes toda la razón!”. Sacó un billete de 20 pesos y me dijo: “muy bien, los espero por aquí cada semana, para que me sigan lavando la combi negra”.
Salimos brincando de contentos, le pedí a “La Palma” que me cambiara el billete por feria. Le di 5 pesos al “Cheke”, 5 al “Isackoyo” y 10 para mí. No hubo reclamos. Salió Alma también muy contenta, nomás le brillaban los ojitos verdes.
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LUCHA LIBRE EN EL JARDÍN DE UNA MANSIÓN
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