Amigo mío, debes de saber que te amo y tu vida me interesa. Es por eso, que he doblado mis rodillas por ti, clamando al Dios omnipotente que te guarde, que en todos tus asuntos te proteja. Le pido a Dios que te de serenidad y te cobije con su luz; si es que hay tinieblas que quieran hacerte tropezar y la negra maldad con amargura quiera quitarte aquello que tú aprecias.
Señor
dale a mi amigo paz, muéstrale que no lo
has abandonado. Que para él hay un propósito especial y para una misión tú lo
has llamado. Derrama en él tu Espíritu divino, rodéalo de ángeles que en todos
sus caminos peleen por él la cruel batalla por su vida. Que tu poder sane toda
enfermedad, toda herida aún abierta del pasado. Sana su cuerpo, sana su alma,
sana su mente. Da a mi amigo una inesperada bendición que le muestre el Dios
soberano que tú eres.
Señor, te
doy gracias por este bello ángel que has enviado a mi lado, porque aún a veces
más cercano que un hermano está; puedo contar con él siempre, así, Jesús, como
también cuento contigo.
Señor
bendice a mi amigo amado.
Amigo, amiga, no te apartes jamás de Jesús.
Recuérdalo, todos los días, una palabra de fortaleza para ti
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