Esta historia puede que sea ficticia. Sin embargo, estamos seguros de que el impacto que esta obra tendrá en ti será muy real. ¡DISFRÚTALA!
―¿Puedo ver a mi bebé? Pidió la nueva madre feliz. Pero cuando el pequeño bulto se encontraba entre sus brazos y ella echó a un lado la tela que le cubría su carita, se quedó sin aliento. El médico se volvió rápidamente y, sin saber qué decir, se puso a mirar por la ventana del hospital. ¿Cómo explicarle a la madre que su bebé había nacido sin orejas?
Con el tiempo se dieron cuenta de que el niño podía escuchar perfectamente. Era sólo su apariencia la que lo estropeaba todo.
Un día de regreso a casa de la escuela, el niño llegó corriendo y se arrojó a los brazos de su madre; ella suspiró, sabiendo que su vida iba a ser una sucesión de angustias.
El niño llorando le dijo a su madre:" Un niño, un niño grande... me llamó... monstruo".
A pesar de faltarle las orejas, el niño era bien parecido. Pudo incluso haber sido presidente de la clase, pero en vez de eso desarrolló un don por la literatura y la música. Sin embargo, era imposible para él compartir y mezclarse con otros jóvenes.
Preocupado, el padre del niño pidió una cita con el médico de la familia, y le preguntó angustiado ¿qué podemos hacer? "Creo que podría injertar un par de orejas externas, si las pudiera conseguir", le dijo el médico un tanto desesperanzado, pues sabía que era muy difícil que pudiesen encontrar un donador.
Así comenzó la búsqueda de la persona que haría ese sacrificio para el pequeño.
Pasaron dos años...