Esta es la historia más difícil y misericordiosa que Dios permitió que viviera la familia Ríos
Hola:
Un saludo
cordial para todos ustedes, esperamos que el testimonio que le vamos a contar le
sea también de bendición.
Después de
tener nuestra primer hija, Marian, de 2 años, supimos que estábamos
esperando a nuestro segundo hijo (a). Por lo que esto trajo mucha alegría
a la familia. Mi esposo y yo siempre planeábamos nuestros embarazos con
la guía de Dios, por lo que esto nos traía como matrimonio mucha paz, ya que
sabíamos que estábamos en las manos de Dios.
Con el
paso de los días, el ( la ) bebé iba creciendo, de acuerdo a los exámenes
médicos rutinarios todo parecía indicar que era un embarazo normal. Así lo fue,
hasta que el tercer mes de embarazo observe que algo no andaba bien, ya que
algo muy grande estaba fuera de mí y esto me asusto mucho.
Inmediatamente
llamamos a mi médico de emergencias, por lo que me hicieron algunos estudios, y
como resultado dio que tenía placenta previa. Muchas mujeres no le
prestan atención o desconocen realmente lo que significa tener en un embarazo
con placenta previa y no se cuidan o no siguen correctamente los consejos de su
médico. Tener placenta previa significa que la placenta estaba ubicada más
abajo de lo normal, por lo que puede haber dos opciones:
1.-
que esta se vaya moviendo conforme al crecimiento del bebé y que no haya
complicaciones
2.-
que realmente obstruya la salida del bebé, por lo general, se
presenta una hemorragia y/o se tiene que acudir a la cesárea.
Los peligros de tener placenta previa podrían ir más allá. En casos de placenta accreta (cuando la placenta se implanta profundamente y no se desprende con facilidad durante el parto) puede causar hemorragia severa, y es probable que se requiera realizar una histerectomía (la extirpación del útero) para controlar la hemorragia, y una transfusión de sangre.
Sin embargo, estando en el hospital, todo parecía
indicar que mi bebé ya no estaba dentro de mí. Por lo que esto causo en
mí mucha confusión, y cuando me hicieron el ultrasonido, ¿cuál fue la sorpresa?
¡qué se escuchaban los latidos del bebé!, no tienen idea como podía sentir los
brazos de Dios diciéndonos que Él estaba con nosotros.
Después de algunas indicaciones
y cuidados de los médicos volvimos a casa. Ya no fue igual porque tenía
que cuidarme mucho más que un embarazo normal.
Pasaron los días y los meses,
todo parecía indicar que seguíamos correctamente las indicaciones prescritas
por los doctores porque todo parecía normal; y nosotros estábamos
cien por ciento confiados en el poder absoluto de Dios. No fue hasta que en una
mañana como a las 3:00 a.m., y ya con 5 meses y medio de embarazo, que comencé
a sentir como un río de sangre salía dentro de mí…
No podía hablar ni respirar
porque ese río salía con mucha más intensidad. Aún recuerdo las palabras del
Dr. que me dijo: "El día que se le presente una hemorragia, nadie lo podrá
parar", por lo que mi vida y la del bebé estaban en un cien por
ciento de riesgo de perderla.
Camino al hospital yo estuve
hablando con Dios, me humillé ante Él; le pedí que me diera sólo una
oportunidad de vivir; que si ya no tenía más nada qué hacer en este mundo, que
estaba bien, que me llevara.
Mientras tanto, yo podía
escuchar como ese río seguía saliendo, así que comencé a sentir mucho frio y a
temblar. Yo no podía creer lo que me estaba pasando, pero aún en mis adentros,
yo sabía que tenía paz; y en ese momento yo me entregaba aún más a Dios y que
el hiciera conforme a su perfecta voluntad. Supliqué su perdón y que me diera
paz por cualquier situación.
Llegamos al hospital y, para
nuestra sorpresa, ya no salía ni una gota más de sangre de mí. Esto llevó a
confusión a los doctores y, si no hubiera sido por la evidencia, ellos no nos
hubieran creído.
En ese momento no podía nacer
el bebé, porque era demasiado pequeño (a) por lo que esperamos a que tuviera 7
meses y medio.
Llegó el momento del nacimiento
de nuestra hija Camila Angélica. Nuestra pequeña nació muy sana a los siete
meses y medio, con 6 libras de peso. Hasta hoy recuerdo el nacimiento de
Camila, como la oportunidad de vida que Dios me ha dado. Por lo que hoy
vivo mi vida rendida a Dios, disfrutando de su palabra, hablando con Él
(orando).
Hoy tengo un ministerio con los
niños de mi iglesia, donde se les está enseñando cómo hablar a otros del amor
tan inmenso que Dios tiene para la humanidad. Sólo basta con que tú creas en
que Él existe, y que creas que Él murió por ti y por mí, y que pidas que
te perdone y Él lo hará. Cualquier situación que tú estés
pasando para Dios nada es imposible: sólo confía en Él.
Este es nuestro deseo inmenso que Dios haga un
milagro en tu vida. Así de real, como el de la familia Ríos.
¡Bendiciones!