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— “… Sí, estoy embarazada. Pero este hijo no es tuyo…” Lo siento, no pude evitarlo. ¡Déjame ir!
Y así, con esa sangre fría, ella se fue y me dejó llorando, desesperado. Pensé en el suicidio, pero también en el hecho de que tal vez ella estuviera equivocada. Tal vez ese hijo era mío, aunque solo una vez o dos habíamos estado en la cama el mes anterior.
Ella me pidió el divorcio una semana después, aludiendo a su embarazo de otro hombre y su incompatibilidad conmigo. Pues yo ni sabía que éramos incompatibles. No le negué el divorcio, aun con la esperanza de que el bebé sí era mío.
Pues aunque algunos les parezca chistoso, pero cuando nació él bebe, era evidente que su padre era un afroamericano. Ni yo, ni ella, ni su familia, ni la mía, tenemos esas características.
Y yo de idiota que me presento en el hospital cuando supe que había dado a luz, y fue ahí donde conoci al padre del niño, un hombre gigantesco.
Todo esto tal vez se hubiera evitado, si yo hubiese tratado de saber cuáles eran sus principios, gustos y mal gustos, con respecto a la sexualidad en el matrimonio.
Para mí la sexualidad era pasión, pero también amor y fidelidad. Para ella la sexualidad era pasión física y promiscuidad. Ella me dijo recientemente que desde el tercer año en high school no había semana que no se acostara con un hombre diferente, y que realmente nunca fue mujer de un solo hombre. Además, ser una chica atractiva hacía que le sobraran llamadas e invitaciones. Hasta a un pobre maestro corrieron por su culpa, pero esto lo supe mucho después de que nos habíamos divorciado. Falta de conocerla más profundamente, fue mi error.
Ella no se casó con el papá del bebé. He sabido que anda con un hombre y con otro. Continuamente me llama para pedirme dinero prestado para comprarle cosas a su hijo. Y yo se lo doy. Le he rogado que vuelva, y ella me dice: "Búscate una mexicana, de esas tontas que lavan los trastes y la ropa y quieren agradar en todo a sus maridos, yo soy una mujer moderna".
Y yo le contesté: "Una mujer moderna sigue siendo la misma que la mujer antigua: fidelidad, amor, y temor a Dios, eso no ha cambiado.
Ella está sufriendo ahora las consecuencias de sus decisiones, ya perdió un bebé de otro hombre. Pero ella insiste, cuando estuvo casada era “una ama de casa desesperada” y que necesitaba su libertad y su promiscuidad, porque eso, según ella, es parte de la mujer moderna….¿Qué les parece?
Este día me siento perdido. Ayer 12 de abril, hubiésemos cumplido 5 años de casados, y aun no la puedo olvidar. Le he pedido a Dios que me quite la vida. Pero yo quiero a la Alice que yo conocí, no a la promiscua, degenerada esa; que ahora anda en la boca de todos los chismosos… Creo que hasta al lesbianismo le ha entrado mi Alice, mi mujer moderna…
Denme un consejo, pero no me castiguen con sus juicios. Soy un hombre mexicano, pero también ciudadano americano, sencillo, y un poco inocente, y necesito a mi Alice…¿Qué me aconsejan? ¿Cómo la puedo perdonar? ¿Qué puedo hacer para que regrese a mi lado?
XOXO El Gustavo
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