Cuando Erika se enteró que estaba embarazada de Abigail, fue una emoción muy grande y estaba segura que sería una maravillosa espera. Un día los médicos le dieron la noticia de que Abigail nacería con síndrome de Down. Fue una sorpresa para sus padres Erika y Stephen, pero sin duda no era nada que estos padres amorosos no pudieron manejar.
Sabían que ellos y su hija Audrey de 2 años de edad, amarían a Abigail sin importar nada pero después llegaron muy malas noticias. En el ultrasonido de las 26 semanas, los médicos encontraron una masa en el cerebro de Abigail. A medida que monitoreaban este tumor, que llegó a ser de gran tamaño, los médicos decían que era poco probable que la pequeña sobreviviera al embarazo.
Por lo tanto, esta familia con mucha de fe pidió a Dios en oración y decidieron que Abigail tendría una vida con sentido, no importa que tan corta fuera. Mientras tanto, Abigail perseveró, sorprendiendo a todos por haber nacido viva y en buen estado de salud.
Después de su nacimiento, los médicos descubrieron que el tumor de Abigail había crecido y probablemente era agresivo y canceroso. Pero lamentablemente, las opciones eran muy limitadas para alguien tan pequeño. Debido a su corta edad, la quimioterapia podría ser mortal, del mismo modo los médicos temían que no soportara la delicada cirugía necesaria para extirpar el tumor ya que era demasiado arriesgada.
Así que, la niña fue enviada a casa bajo el cuidado del hospital, a sabiendas de que sus días estaban contados. La familia confiaba que Dios estaba en control y decidieron apreciar cada segundo que se les dio con esta dulce niña.
Los médicos habían descubierto que el tumor extremadamente grande estaba poniendo intensa presión sobre el cerebro de Abigail. Además, el tumor estaba sangrando, lo que la ponía en riesgo de un daño cerebral.
Se necesitaban más pruebas para determinar plenamente la situación, y todos los signos sugerían que su pronóstico era sombrío. Entonces la familia pidió mucha, mucha oración.