La distimia es un
trastorno afectivo de carácter depresivo crónico que aunque es considerado
leve, si no se trata puede agravarse y convertirse en una depresión mayor.
El término distimia
es de origen griego y quiere decir “mal humor”. Este trastorno se suele
comparar con la depresión menor y la depresión crónica debido a los síntomas
que tienen en común.
Se especula de esta
afección que es de origen genético hereditario, pero que no se presenta sino
hasta estar bajo la influencia de factores psicosociales, generalmente dados en
edades de la adolescencia hacia la adultez. Suele comenzar a manifestarse en la
edad adulta a veces como consecuencia de un episodio depresivo aislado y está
asociado a acontecimientos conflictivos.
Según National Institute
of Mental Health (NIMH) anualmente
alrededor del cuarenta por ciento de los adultos con distimia también cumplen
los criterios de depresión grave o trastorno bipolar.
Los enfermos tienen a
menudo días o semanas en los que aseguran sentirse bien, pero durante la mayor
parte del tiempo se sienten agotados y deprimidos; todo les supone un esfuerzo y nada les
satisface, aunque normalmente pueden cumplir con las demandas del medio en el
que se desarrollan.
Actualmente la
distimia afecta a un cinco por ciento de la población, es decir, una de cada
veinte personas; principalmente a mujeres, pues dentro del grupo de afectados
por cada varón hay dos mujeres que la padecen.
Los síntomas del trastorno distímico
Pérdida de interés
por actividades placenteras
Baja autoestima
Irritabilidad
Trastornos
alimenticios como inapetencia o ingesta compulsiva de alimentos.
Problemas de memoria
y de concentración.
Estado de debilidad,
tanto psíquica como muscular
Trastornos del sueño:
insomnio o hipersomnia.
Dificultad para
relacionarse
Para un diagnóstico
de distimia, el paciente debe presentar un estado anímico depresivo y algunos
de los síntomas de forma persistente durante por lo menos dos años en los
adultos o uno en el caso de niños y adolescentes.