Posiblemente el misterio más grande de la raza humana es ¿qué es lo que sigue luego de la muerte? Hay quienes se inclinan por creer que hay un cielo y un infierno, lugares donde van la gente buena o mala, según hayan vivido sus vidas. Otro grupo de personas cree en la reencarnación…
Es realmente difícil entender qué es lo que nos espera del otro lado, si es que existe. No obstante, personas que estuvieron muertas por algunos minutos revelaron sus testimonios de aquel momento en el que “perdieron la vida”. Curiosamente, sus versiones son muy similares.
La historia que te contaremos ahora es un testimonio más de lo que podría esperarnos cuando dejemos este mundo:
Un pastor evangélico casi perdió la vida al sufrir un terrible accidente automovilístico. El pastor sufrió lesiones graves que lo dejaron en silla de ruedas.
Más allá de su colosal fe, esto terminó por afectarlo bastante, más en lo psicológico que en lo físico. El pobre hombre sentía que no valía nada, dependía de otra gente para siquiera poder darse un baño. Más de una vez llego a pensar en quitarse la vida.
Lastimosamente, las distintas lesiones sufridas en el accidente hicieron que el pastor estuviera internado otra vez. Su salud aparentaba empeorar de a poco, hasta que un día, de repente su corazón dejo de latir.
Durante 90 minutos el pulso y cualquier signo vital abandonaron al pobre hombre. Los doctores y enfermeras hicieron todo lo posible, pero ya no había qué hacer, solo ofrecer a sus familiares sus condolencias.
Luego de una hora y media de haber sido declarado clínicamente muerto, el pastor reaccionó. Despertó como atormentado, gritando. Todos en la sala estaban sorprendidos, boquiabiertos.
Es en ese lugar donde cuenta su vivencia entre la vida y la muerte:
“Yo solo veía un túnel con mucha luz, como si fuera una vía de tren. Mientras más caminaba por ella, más veía recuerdos de mi vida, los buenos y los pésimos. Veía además a cada miembro de mi familia”.
Al llegar en el final había unas escaleras que terminaban en una colosal puerta llena de luz. Al tocar la puerta solo escuché una voz que me decía: “No es tu turno” y desperté aquí…
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