Evangelina Chamorro Díaz y su marido Armando daban de comer a sus animales en el corral, cuando de pronto el huaico (del quechua wayqu «quebrada») los arrastró. De hecho, arrasó con todo a su paso.
Armando cuenta que él y su esposa alcanzaron a agarrarse de un tronco de eucalipto, pero la fuerza de la masa enorme de lodo y peñas hizo que se soltaran.
“Alcanzamos a agarrarnos a un tronco de eucalipto, pero la fuerza del huaico hizo que nos soltáramos de las manos. Yo vi como el lodo se llevaba a mi mujer. Nunca pensé encontrarla con vida. Dios es grande, ¡es un milagro que esté viva!”, dice Armando muy emocionado cuando le dieron de alta en el Hospital María Auxiliadora.
Evangelina, de 22 años de edad, no estaba segura de encontrarse consciente. Ella se halló flotando, parcialmente sumergida en el lodo oscuro. Lentamente, mientras trataba de entender qué había ocurrido, se sintió embargada por un sentimiento de paz y bienestar. Imaginó que estaba muerta o al borde de la muerte. En cualquier caso, se entregó al posible final porque “estaba sufriendo”, reveló.
Como si se tratase de una película de terror, Evangelina vio cómo pasaba a gran velocidad el puente de la Panamericana Sur, pero antes de llegar al segundo puente que intercepta la vieja carretera, alcanzó a ver el conteiner que había visto pasar a su lado momentos antes; por obra de Dios, este pasó el primer puenta, como si hubiese sido dirigido de manera sobrenatural y quedó atascado en la boca del túnel, mientras las torrenciales aguas arrastraban con fuerza todo a su paso, ella temió lo peor. Sin embargo, el conteiner hizo que se formara una poza a su alrededor. Por un momento el lodo no avanzó hacia el mar y ella pudo salir a la superficie. Su rescate fue algo electrizante, las personas la vieron y a gritos pedían ayuda. Finalmente, Evangelina pudo salir por sí misma. ¡Un verdadero milagro!
Las imágenes de su rescate le han dado la vuelta al mundo.
Evangelina volvió a nacer aquél fatídico día. Ahora se encuentra recuperándose en un hospital y está a la espera de su alta, pero ya pudo abrazar a sus familiares. Ella no tiene idea de cuánto duró su odisea, pero lo que sí sabe es que una fuerza interior que, solo podía venir de lo Alto, hizo que saliera de esa horrible situación “Pensé en Dios y en mis hijas”, confiesa.
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