Que las palabras en esta foto te sirvan de aliento. Palabras de consuelo, palabras de amor, palabras que fortalecen. De un padre que anhela que sus hijos e hijas vuelvan a Él y sean felices. Mira, entiéndelo: un hijo o hija de Dios no es el que practica una religión o el que asiste solo a alguna iglesia, o el que se siente más santo y más piadoso. Un hijo o hija de Dios es aquel o aquella que, como tú, y como aquel pecador del que Cristo nos enseñó, reconoce delante de Dios su profunda necesidad; levanta los ojos al cielo y dice: ¡Ten misericordia de mí, que soy pecador! (Lucas 18:10-14).

Tú has reconocido tu necesidad. Tú sabes que necesitas de Dios; tú has clamado con dolor a Él.

No necesitas más. Él ha escuchado tu oración. Escribe el día y la hora en que leíste esta nota, y recuérdala, porque MUY PRONTO recibirás la respuesta a tu clamor.

Escrito por Hermes Alberto Carvajal

Recuérdalo, todos los días, una palabra de fortaleza para ti. Compártelo

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