No puede ser duplicado hoy día.
La blasfemia contra el Espíritu Santo, en la situación específica en que se vieron envueltos los fariseos, no puede ser duplicada hoy día. Jesucristo no está en la tierra y nadie puede ver de manera física y tangible al Señor en la tierra realizando personalmente los Milagros para así atribuirlos al poder de Satán en lugar de al Espíritu Santo.
El único pecado imperdonable en nuestros días es el continuar sin creer. No existe perdón para aquel que muere en negación y rechazo de Cristo.
El Espíritu Santo está obrando en el mundo hoy en día, convenciendo de pecado al pecador, de justicia y de juicio, (Juan 16:8). Si alguien se resiste a esta convicción y se mantiene en actitud de no arrepentirse, entonces está eligiendo el infierno por encima del cielo.
“Porque sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6), y el objetivo de la fe está en Jesús (Hechos 16:31). No hay perdón para aquel que muere sin depositar su fe en Cristo.