Cuando alguien te invita a una fiesta, te sientes agradecido al ver que hay mucha gente, buena música, comida y bebida suficiente para todos.
En ese momento te olvidas de tus necesidades, y agradeces que alguien sea tan generoso. Así que solo te concentras en pasarla bien, conocer nuevos amigos y tomar y comer todo lo que quieras.
En la Biblia podemos encontrar un ejemplo de un maravilloso festín, uno incomparable: La Creación.
Así es, la creación es una expresión del amor generoso de Dios. No hay mejor anfitrión que Él, y nos invita a ser sus huéspedes en un mundo de oportunidades y abundancia. Por tanto, estamos llamados a asistir a esta fiesta y difundir su bondad.
Pero, todos sabemos que esta no es la forma en que las personas experimentan el mundo, ya que en él encontramos escasez, enfermedades y mucha lucha, no encontramos abundancia. Y, ¿sabes qué? Jesús creció en un mundo igual que en el que vivimos hoy. De hecho, recuerda que en ese tiempo los judíos se encontraban bajo una ocupación militar.
Jesús sabía que cuando esto sucede la gente pierde sus tierras, se endeuda y les consume la pobreza. Pero aun así, Él decía: “Mira los pájaros. No almacenan comida para sí mismos, pero tienen suficiente. O, considere las flores silvestres. Estas son hermosas y abundantes, y no se estresan por su existencia”.
Jesús sabe que las cosas no siempre funcionan. Jesús experimentó la pobreza. Pero él vio que el mundo comete un grave error. La causa de nuestra pobreza no es la falta de recurso, sino el pensamiento de que no se puede confiar en Dios.
Quizás tú estás pensando cosas como estas:“Tal vez Dios no me escucha. Podría ser que Dios no quiere bendecirme. Quizás no hay suficiente y quizás necesito hacerme cargo de las cosas yo mismo o yo misma. Esa precisamente es la mentalidad de escasez, ya que podemos justificar el impulso de “tengo que hacer algo”, “debo cuidar de mí”, “nadie lo hará, si yo no lo hago”.
Sin embargo, no olvides que Jesús llamó a sus seguidores a confiar en la abundancia y generosidad: "Vende tus posesiones y dáselas a los pobres". Él nos invita a vivir en la confianza, bondad y amor de Dios. Pero vivir generosamente no significa que siempre nos irá bien: la gente se aprovecha de la generosidad de los demás. No obstante, aun así, considera los siguientes beneficios espirituales de la generosidad.
1. Cuando somos generosos, testificamos sobre el amor de Dios en nuestras vidas.
Cuando decidimos seguir a Cristo, confesamos que creemos y confiamos en Dios. Pero esa conversión no parece llegar al bolsillo. Algunos no acostumbran a dar como está escrito en la Biblia, hasta que duela, porque es ahí cuando el corazón está involucrado.
Pero ser generosos no solo significa dar dinero, también se puede ser generoso al regalar una sonrisa, poniendo a disposición de los demás nuestros talentos, ayudando a alguien, o regalando un poco de nuestro tiempo a los demás.
2. Al ser generosos mostramos dónde está verdaderamente nuestro corazón
La forma en la que manejamos nuestro dinero es una evidencia clara de dónde está puesto nuestro corazón.
¿Dónde está tu corazón? Tu corazón puede estar en coleccionar artículos costosos, puede estar en la familia, en joyas, autos, juguetes o cualquier cosa útil para impresionar a los demás.
Recuerda que no es bueno acumular tesoros con demasiado afán.
“Por el contrario, acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido corroen, y donde los ladrones no minan ni hurtan. Pues donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mateo 6:20-21).
3. La generosidad aumenta nuestra fe
No se trata de dar cosas materiales, sino de cuánta fe tienes.
¿Puedes confiar en que, si das obedientemente, Dios proveerá todo lo que necesitas?
Dar o ser generosos es cuestión de confianza. Cuanto más das, más aprendes a confiar en que Dios es tu proveedor.
Dios toma el tema de la confianza tan en serio que nos dice que lo pongamos a prueba. De hecho, es solo en esta área en la que Dios nos dice que lo probemos. En otras partes, la Biblia dice que no se debe probar al Señor tu Dios.
“Entreguen completos los diezmos en mi tesorería, y habrá alimento en mi templo. Con esto pueden ponerme a prueba: verán si no les abro las ventanas de los cielos y derramo sobre ustedes abundantes bendiciones. Lo digo yo, el Señor de los ejércitos (Malaquías 3:10)”.
4- Cuando damos reconocemos en verdad quién es el dueño de todo.
Si estamos verdaderamente comprometidos con Dios, entonces todo lo que tenemos es suyo. Nosotros únicamente somos sus administradores. Es decir, Dios es el dueño de tu vida, de tu cuerpo, de tu casa, de tu dinero, de tus hijos, e incluso, de nuestros propios trabajos. ¡Qué Dios tan bueno y generoso!
5. Dar con alegría
“Cada uno debe dar según se lo haya propuesto en su corazón, y no debe dar con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama a quien da con alegría (2 Corintios 9:7).
En decir, dé de antemano lo que Dios hará para multiplicarlo para sus propósitos. Este tipo de donación produce alegría y una emoción de querer dar más. Esta es otra razón bíblica para dar, incluso si creemos que no tenemos suficiente.
En resumen:
Dar nos bendice abundantemente. “Dad por gracia lo que por gracia has recibido”. Cuando damos radicalmente, somos radicalmente bendecidos.
Así mismo, nos exhorta: “Cada uno debe dar según se lo haya propuesto en su corazón, y no debe dar con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama a quien da con alegría (2 Corintios 9:7).
Es una promesa de abundancia para aquellos que proporcionan abundancia.