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2021-10-07

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¿Qué o quién dirige tus decisiones, acciones, palabras y pensamientos?

Somos seguidores de Cristo y el llamado es vivir con vehemente Fe. Pero, muchos elegimos vivir acorde a algo más: nuestros sentimientos. Y esto, nos conduce a tomar decisiones por intuición, porque “se siente bien” o porque creemos que es el momento perfecto.

Es decir, nuestros sentimientos, por lo general, impulsan nuestras reacciones y dirigen nuestros pasos; y, lo más normal es que, si un sentimiento no es agradable, jamás nos hará tomar un camino, aunque este sea el correcto.

No permitas que tus sentimientos te dominen

Muchos viven sus vidas más por sentimientos que por fe. Dudan de la salvación porque no la sienten real. Pecan porque no han conectado con Dios ni sienten su amor y luchan constantemente por creer verdadera y totalmente en Dios.

En otras palabras, caen en diversos pecados porque les parece más fácil que ser obedientes a Dios. Estas personas también regulan su adoración a Dios dependiendo de sus sentimientos.
Si tus sentimientos te dominan, como a muchas personas, tienes que considerar lo que Dios y su bendita palabra dice sobre los sentimientos y sobre vivir incondicionalmente por fe.

No confíes plenamente en tus sentimientos

La Biblia se apresura a decirnos que no se puede confiar totalmente nuestros sentimientos (o corazón, más exactamente).

“Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento (Prov. 3: 5)”.

“El que confía en su propia mente es necio, pero el que anda con sabiduría será librado (Prov. 28:26)”.

Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?  (Jeremías 17: 9)

En Las Escrituras nos enseñan a entender que nuestros corazones no son totalmente confiables por dos razones: una, porque constantemente cambian y fluctúan por emociones. La segunda razón es porque están alterados por el pecado.

Nuestros corazones y la arena de una playa se asemejan mucho. Son inestables, se mueven constantemente, y son alterados como la arena, por el agua y por el viento.

Pero ¿a qué se debe esto? Se debe a que en nuestras vidas todo cambia constantemente: las personas, las circunstancias y la vida en general. A veces, estamos tristes y deprimidos y, de repente, todo cambia y también nuestro corazón. Es por eso, que tenemos que entender que debemos confiar mucho más en Dios y su firmeza y en su Palabra sólida e inamovible que en nuestros corazones.