¿Llevas una carga pesada? ¿Te resulta difícil hacer frente a las presiones cotidianas, por no hablar de responder a desafíos graves como la enfermedad, la soledad, la pérdida o los problemas financieros? ¿Te sientes débil y derrotado por la vida tal como es actualmente y no como desearía que fuera?
Muchos de nosotros lo hacemos de vez en cuando. Sin embargo, la Biblia no solo nos dice lo que está bien y lo que está mal, sino que nos revela cómo podemos prosperar cuando todo parece ir mal. En 2 Corintios 12:7-10 leemos sobre un hombre llamado Pablo que estaba tan "abrumado por la tristeza" que "deseaba partir y estar con Cristo" en el cielo. Es fácil entender por qué se sentía así. Había sido encarcelado, golpeado, ridiculizado y ahora su amigo Sóstenes también estaba encerrado a causa de su fe en Cristo.
Todos tenemos tiempos difíciles y momentos en los que nos sentimos débiles; sin embargo, Dios quiere que sepamos que nada es imposible para Él. De hecho, nos ha equipado con toda la fuerza que necesitamos a través de su Espíritu Santo para que podamos decir no a los hábitos inútiles y sí a los útiles. Así que si estás luchando en este momento -quizás leer estas palabras ahora mismo te esté reconfortando-, debes saber que Dios entiende tu dolor y está aquí para ti en todo momento.
Confía en Dios y en su fuerza
La confianza es crucial mientras luchamos con las presiones diarias y los grandes desafíos. Dios entiende nuestras emociones y nuestra impaciencia y frustración al esperar su respuesta. Quiere que entendamos que no nos ignora, sino que es "paciente" y "abundante en amor y fidelidad".
Dios no es solo nuestro Creador, es nuestro Padre y nos ama como un padre ama a sus hijos. Trabaja constantemente para ayudarnos y llevarnos a un lugar de plenitud. Nos ayuda a recordar que "Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas" (Proverbios 3:6).
Deja de hacer las cosas que siempre haces
Deja de hacer lo que siempre has hecho cuando siempre has sido derrotado. ¿Qué has estado haciendo cuando has estado enfrentando problemas? ¿De qué te has alimentado cuando te has enfrentado a los desafíos? ¿Estás comiendo y bebiendo lo que siempre has comido y bebido cuando siempre has estado derrotado?
Por ejemplo, ¿has estado escuchando a las personas que siempre te han derrotado? ¿Has estado observando a personas que siempre te han derrotado? ¿Has estado leyendo libros que siempre te han derrotado?
Otro ejemplo, si has tenido problemas económicos, ¿sigues yendo a un bar a beber? ¿Sigues viendo ese programa de televisión o esa película que siempre has visto? ¿Sigues leyendo ese libro que siempre has leído? Tranquilo, tranquila... deja que Dios te tome de la mano.
Concéntrese en lo que puede cambiar
Hay algunas cosas que podemos cambiar y otras que no. Acepta tus limitaciones. No puedes controlar a otras personas o eventos y no deberías intentar hacerlo. Solo puedes controlarte a ti mismo. Nunca debemos intentar cambiar las cosas que no podemos cambiar. Por ejemplo, no podemos cambiar el pasado y no debemos intentar cambiar a los demás o sus decisiones.
Estas son cosas que nunca podemos cambiar. No dejes que tu mente sea un campo de batalla. No puedes cambiar tu pasado, pero puedes cambiar tu futuro. Céntrate en lo que puedes cambiar.
- Puedes romper con los malos hábitos y empezar con los buenos.
- Puedes renunciar a las cosas que te derrotan y elegir hacer las cosas que te ayudarán.
- Tú PUEDES cambiar tus palabras y tus pensamientos.
- Puedes cambiar tus sueños y tus esperanzas.
- Puedes cambiar tu visión de la vida e incluso tus circunstancias.
Dale el resto a Dios
No trates de resolver todo o de cambiar todo por ti mismo. No puedes hacerlo todo. Deja el resto a Dios. Puedes confiar en Dios y contarle tus sentimientos y tus frustraciones. Deja ir lo que no puedes cambiar y deja que Dios se encargue del resto.
¡Deja que Dios sea Dios! Él es el Dios de lo imposible. Él puede convertir tus lágrimas en risas. Puede convertir tu error en algo bueno. Puede convertir tu debilidad en fortaleza. Él puede hacer cualquier cosa y todo. Deja que Dios sea tu fuerza. Deja que Él te fortalezca y te ayude a superar todas las cosas.
Entrega tus cargas a Dios. Él las recogerá y se las llevará. Él te hará fuerte y te ayudará a triunfar.
Conclusión
La vida no es fácil; sin embargo, puede estar llena de alegría y felicidad. Comienza aceptando el amor y la gracia de Dios. Cuando le entregues tus cargas a Él, te capacitará para ser fuerte, valiente y firme. Su fuerza se perfecciona en nuestra debilidad.