Hola:
Mi nombre es Esther y vivo en México.
Primeramente, los felicito por su portal. Siempre estoy pendiente de sus publicaciones. Me gustan mucho por los buenos consejos que escriben.
El motivo de este email es para contarles la situación por la que estoy pasando. Yo tengo 10 años de casada con mi esposo y tuvimos tres hermosos hijos: dos varones de 11 y 8 años y una niña de 2 años.
Vivimos en casa de mis padres desde hace 2 años, después del nacimiento de mi hija. La casa donde vivíamos es de mis padres también. En agosto del año pasado nos íbamos a mudar. Íbamos a alquilar porque queríamos tener ya nuestro espacio. Tenía planes de comprar casa también, pues hace 7 años atrás, habíamos comprado un terreno para construir nuestra casita; pero a él se le metió en la cabeza que lo quería vender para comprar en otro lugar. Yo no estaba muy de acuerdo, pero él, al final, me convenció: vendimos el terrero y él, de ahí, compró una camioneta y el resto lo metió en el banco a plazo fijo para que generara un poco de interés, y dijo que el dinero que usó para la camioneta, lo iba a reponer para comprar la casa después. Así es que, empezamos a buscar una casa para alquilar.
Mientras buscábamos un hogar, un compañero del trabajo de él, nos dijo que un amigo de el tenia tres apartamentos y que tendría uno desocupado en el mes de agosto. Pues esperando, nos fuimos a cotizar los muebles, camas y demás enseres, ya que cuando nos fuimos a vivir con mis padres tuvimos que vender todo lo que teníamos porque no cabían en la casa.
Pues les cuento que todo se quedó en planes, ya cuando la casa estaba lista para que nos pasáramos (cosa que sucedió en octubre y no en agosto como nos había dicho el compañero de mi esposo), él me dijo que ya no nos podíamos alquilar el apartamento porque no íbamos a poder con todos los gastos; y que teníamos que comprar muchas cosas, que no estábamos preparados todavía. Lo que me dijo me cayó como un balde de agua fría, ya que él me había enseñado un presupuesto, y me había asegurado que podíamos hacerlo. Además, me dijo que si yo recaía de mi enfermedad, no habría nadie que estuviera conmigo... Bueno, puros pretextos que -ahora analizando bien- fueron una trama para poder irse y dejarnos aquí, con mis padres; para que él no tuviera que pagarme más de lo que tiene que dar.
El año pasado -para ser exactos el 9 de noviembre- mi esposo me dijo que se iba de la casa . No obstante, se fue el día 13 de noviembre. Me dijo que me dejaba porque él sentía que yo, no lo apoyaba económicamente; que le había dejado toda la responsabilidad a él y ya no podía más...
¿Se imaginan? Yo en ese momento no pude decir nada. Sólo me puse a llorar y preguntarle cuáles eran sus verdaderas razones, pero él lo único que me decía era eso: que no se sentía apoyado por mí, y comenzó a sacar a relucir cosas pasadas que ya se habían solucionado. Obviamente, eso me pareció extraño, ya que él sólo decía excusas para según él "justificar su abandono".
Sinceramente, me da coraje que él diga que yo no lo apoye económicamente porque estuvimos viviendo en la casa de mis padres; después de muchos problemas económicos que tuvimos, y ellos no nos cobraron alquiler en todo ese tiempo. Fueron dos años que estuvimos sin pagar, más que los servicios públicos y la comida. Yo no le podía ayudar como él quería porque mi sueldo es la tercera parte de lo que él gana y, aún así, yo saqué prestamos para poder ayudarlo con algunas cuentas. Siempre era una discusión: que yo no le ayudaba. En mi angustia yo siempre le contestaba lo mismo: que yo no ganaba lo que él ganaba; y que si hubiese tenido el mismo sueldo yo le hubiera ayudado más. Pero él me decía que no era excusa. Amigos, a razón de no pagar alquiler, pudimos comprar cosas para la casa y él se pudo graduar de la universidad. Por eso me parece injusto que él me diga que yo no lo apoyé.
Bueno, siguiendo con mi relato, pues ahí me di cuenta de la verdadera razón por la que él se fue de la casa. Aunque yo lo sospechaba porque días atrás él estaba distante conmigo y yo no sabía cuál era la razón. Amigos, yo nunca lo confronté, siempre que yo le reclamaba algo que no me parecía, él siempre me salía con que yo sólo estaba de mal pensada, viendo cosas donde no las había y se enojaba conmigo; al punto de no hablarme por eso. Yo ya no le decía nada para evitar esta situación y la verdad que no sirvió de nada. Yo siempre fui sumisa, ¡demasiado diría yo!
Él no sabe que yo ya sé la verdad de su abandono, y ahora que estamos con los tramites de divorcio él me dice que lleguemos a un arreglo, pero todo es para que yo no lo demande por pensión alimentaria. Yo no quiero llegar a esos extremos porque donde él trabaja no permiten embargos, la persona es despedida inmediatamente. Él me mandó un documento para que lo firmáramos. Yo lo leí y le dije que no estaba de acuerdo, que lo iba a discutir con mi abogada y que yo le avisaba. Todo el documento lo favorecía a él. En resumen decía que él se iba a hacer cargo de los estudios de escuela y universidad hasta que ellos se graduaran, que me iba pasar MXN 4,000.00 mensuales para la comida y que yo me encargara de las consultas médicas, compra de medicinas, compra de útiles escolares, vestuario mitad él y mitad yo; pago de los servicios públicos y alquiler (porque antes de que él se fuera mi padre me dijo que nos iba a cobrar alquiler); que las visitas quedaran abiertas para cuando él quisiera venir a buscar a los niños. Además, que si a él se le antoja llevárselos fuera del país, yo debo firmar la autorización. Pero aún hay más, la suma del carro y el dinero se va a dividir en partes iguales: él se iba a quedar con el carro y la diferencia de la mitad del total del valor de las dos cosas. Me pide también renunciar a la cuarta conyugal; el cual es mi derecho por estar casada con él. Pero mi abogada me dijo que no le firmara nada, y que yo no podía renunciar a un derecho que me corresponde por ley.
Imagínense, ¡él me quitó el seguro que yo gozaba por medio del trabajo de él! Cuando la ley lo obliga a pagarme los gastos médicos y comprarme los medicamentos que mi seguro social no cubre, y yo tengo que comprarlos porque no puedo dejar de tomarlos, y a veces, no los puedo comprar porque mi sueldo no me alcanza. Me parece una grosería y una injusticia de su parte porque me da la impresión de que no le importa lo que me pase. Como que esos 10 años que estuvimos juntos, sin contar los de noviazgo que fueron tres años. Todo este tiempo no significó nada para él.
Cuando yo le dije que no estaba de acuerdo, me dijo que no fuera inconsciente, que lo hiciera por el bien de los niños, que él quería darles la mejor educación posible. Me pareció un descaro de su parte decirme eso y encima utilizar a los niños para que yo acceda a sus deseos; cuando él sabe a que atenerse si no actúa según la ley. Además, conozco perfectamente la verdadera razón por la que se fue.
Yo me siento mal porque a veces no sé qué hacer. A veces me siento fuerte y me digo a mí misma que no voy a permitir que me manipule; y otras veces me siento débil y temo terminar aceptando lo que él me diga.
Yo le pido a Dios siempre que me ayude a tomar buenas decisiones, que no me afecten ni a mi ni a mis hijos. Yo me preocupo por ellos. Yo trato de hablar con mis hijos de cómo se sienten al respecto, por la separación de nosotros; y me dicen que están bien, que no me preocupe. Pero sé que ellos están en una edad muy difícil, pero a pesar de todo, yo los miro bien. Sin embargo, aún así, no me confío. Siempre estoy pendiente de ellos, platico con ellos. Sin embargo, la niña es la que más me preocupa, ya que ella se pasa viendo una foto de su papá y la pasa dando gritos, y diciéndole que lo quiere mucho, que lo extraña y le pregunta que cuándo la va a venir a buscar y eso a mí me parte el alma.
Yo no he podido superar esto. Trato de ser fuerte para no caer en depresión y para que mis hijos no me vean llorar. A veces siento que no puedo más y lloro hasta quedarme dormida, pero eso lo hago cuando ellos andan con su papá. Por eso me pongo a leer sus publicaciones para poder sobrellevar esta situación. Me da coraje sentir amor por él, a pesar de todo lo que me ha hecho. Le pido a Dios que me lo saque de mi mente y mi corazón.
Sólo les he contado lo más reciente, ya que es lo que más me ha dolido, porque fueron tantas cosas que me hizo a través de estos años, que me pregunto ¿por qué soy tan masoquista? No lo he dejado de querer. Él fue y es el amor de mi vida, fue el único novio que tuve. Ha sido el único al que le entregue mi vida, mi cuerpo y mi corazón y 13 años de mi vida.
Se que esta es una carta muy larga, pero de verdad, necesito una luz en el camino, quiero seguir adelante ¡ya no quiero sentirme así! y ya no quiero que me afecte lo que él me dice. Quiero liberarme de él completamente porque él ya no me quiere y no vale la pena que yo siga amándolo. Ayúdenme, por favor, se lo voy a agradecer en el alma.
De ustedes,
Esther de México
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