Debemos adorar y servir a Dios con reverencia

2021-03-24

Antes de empezar, nos haremos una pregunta obvia: ¿qué es reverencia?
Hacemos reverencia cuando adoramos con todo el corazón y nuestra mente a Dios. Reverencia puede definirse como un profundo respeto y amor a nuestro Señor. Cuando hablamos de Dios, hablamos de Él como el creador de todo.

Sin embargo, si bien es cierto que algunos piensan en "reverencia" como algo pesado y "exigente", esta fue ordenada por Dios y hoy en día aun la espera de nosotros.

 “Servid al Señor con temor,
Y alegraos con temblor.
12 Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;
Pues se inflama de pronto su ira.
Bienaventurados todos los que en él confían”.
 Salmos 2:11-12

Reverencia, honor y gloria a nuestro Dios

Dios creó todo lo que existe, incluyéndonos a nosotros. Deberíamos adorarlo como un padre porque nos ama y es nuestro Creador. Debemos asegurarnos de que le hacemos reverencia en todo lo que hacemos.

De hecho, la reverencia hacia Dios es espontánea en aquellos que le amamos. Cuando se adora, no sólo se venera, sino que también se siente temor. Este temor es traducido como respeto, admiración y sumisión hacia Dios y su voluntad.

En otras palabras, reverencia es tener humildad a Dios reconociendo su grandeza.
"Así que nosotros, que estamos recibiendo un reino inconmovible, seamos agradecidos. Inspirados por esta gratitud, adoremos a Dios como a él le agrada, con temor reverente".
Hebreos 12:28

Cuando reverenciemos a Dios, veremos que Él nos muestra su gloria y honor. Sentiremos la presencia de Él todo el tiempo. Sentiremos que somos parte de Él y que tenemos algo que ofrecerle. Es como tener a alguien en quien apoyarse cuando caemos. 

Nuestra adoración es importante porque nos da alegría. Tenemos la oportunidad de conectarnos con Dios en un nivel mucho más profundo de lo que nunca creímos posible. Se trata de un temor sano de no desagradar o decepcionar al Señor en el que le mostramos nuestro amor hacia Él.

Cómo practicar la reverencia

Es importante tener una mente y un corazón dispuesto al acercarse a Dios. También expresamos nuestra reverencia a Dios cuando obedecemos.

"Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe".
Hebreos 11: 7

Observate, ¿estás reverenciando a Dios en todo?

Otra cosa muy importante es recordar con quién hablas en las interacciones de cada día y cómo te relacionas con Dios.
En otras palabras, mostrando respeto y honrando a Dios ante nuestros amigos o colegas es otra forma de practicar la reverencia a nuestro Creador todos los días. Los demás deben de ver ese respeto profundo que le profesamos a nuestro Dios.

"Así que nosotros, que estamos recibiendo un reino inconmovible, seamos agradecidos. Inspirados por esta gratitud, adoremos a Dios como a él le agrada, con temor reverente,
1 Pedro 3:15

 

 

Reverencia a Cristo

En nuestro deseo de amor y bondad, todos podemos hacer mucho para mostrar reverencia y honor a Dios, y a la persona de Cristo. Podemos ser los más amables, gentiles y pacientes con los que nos rodean, muestras del fruto del Espíritu, pero la verdadera reverencia es la que viene del corazón, aquella que se presenta de forma involuntaria al acercarnos a Dios, en la que deseas menos de nosotros y más de Cristo. 

Cuando mostramos nuestro respeto al Dios Creador, podemos ver una comprensión más clara de quién es y qué hace. También podemos entender la verdadera razón de nuestra forma de vida, a la luz de cómo percibimos y vemos sus obras, y cómo nos relacionamos con él.

Si quieres comenzar a practicar la reverencia, aprecia su nombre.

No tomando su Santo Nombre en vano es una manera de reverenciar y atesorar su gran nombre.

"Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan"... Éxodo 20: 7

Mucha gente piensa que esto significa que no debemos usar Su Nombre cuando estamos llenos de ira. Tomar el nombre de Dios en vano significa literalmente decirlo sin honor o sin sentido.

No lo había pensado antes, pero exclamar cosas como "¡Jesucristo! ¿qué fue eso?", "Te lo juro por Dios"... son expresiones que usamos a diario sin reverencia alguna ante su Santo Nombre.

Recuerda que, "santificado sea su nombre", se trata de algo muy sagrado presentado en Mateo 6:9 en la oración modelo que Cristo nos enseñó.

En resumen, mostremos nuestra reverencia a Dios en la forma en que vivimos nuestra vida, y la forma en que tratamos a los que nos rodean. Esto incluye ser reverentes con la vida, con nosotros mismos y con los demás.

Debemos reverenciar, no solo al Creador de la vida, sino también respetar a toda su creación. Por tanto, no mutilemos ni abusemos ni tratemos a nadie con indiferencia.

"Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan;
Salmo 24: 1

Pero esto no solo va con todo aquello que nos rodea, también incluye la forma en la que administramos los recursos dados por Dios. Es decir, el dinero, los recursos naturales, todo. Debemos ser buenos administradores. Mostrar reverencia, respeto y consideración como propiedad de Dios, no de nosotros.
¡Imaginas el gran gozo que sentiremos cuando nuestro Señor nos diga: “Buen siervo y fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu señor”.

Vivir en reverencia a Dios.

Nos podría parecer difícil vivir en reverencia y darle a nuestro Dios la gloria que merece en cada parte de nuestras vidas, tomando una actitud de humildes siervos. Pero no es así, vivir en obediencia para el engrandecimiento de Su Nombre es aferrarse a la verdad. 

No necesitamos numerosas razones para reconocer que Dios es Todopoderoso. En la cruz su sangre derramó Su amor y salvación para con nosotros. ¿Cuántos impedimentos tienes para vivir alejado de Él? Fuimos sellados en el Espíritu, marcados por Su Gracia. El centro de nuestras vidas debe ser Él. Esa es la verdadera razón de darle reverencia, le necesitamos, darle la honra a Dios nos llenará de Cristo, de Sus bendiciones y de Su obrar.

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente; ¿cuándo vendré y me presentaré delante de Dios? Salmos 42:2