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2022-08-16

La humildad no es una palabra que a mucha gente le guste escuchar, de hecho, es algo en lo que la mayoría de nosotros preferiría no pensar.

Sin embargo, la humildad es una parte importante de ser un creyente, pues hay muchos beneficios al tener este atributo. Si eres alguien que lucha por sentirse inferior a los demás o la idea de ser desinteresado y sumiso no te gusta, sigue leyendo.

La humildad puede ser difícil de entender y aún más difícil de vivir, pero es algo que todos necesitamos si queremos que nuestro camino con Cristo sea fructífero y crezcamos como creyentes. Aquí hay 7 razones por las que la humildad es una parte importante de la vida como verdaderos creyentes.

7 razones por las que la humildad es una parte importante de la vida con Cristo

 

1. Es el fundamento de todo lo demás que hacemos como seguidores de Jesús

Como leemos en 2 Corintios 10:18:

"porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba".

El orgullo puede ser la razón por la que muchas personas nunca pasan de las primeras etapas de su viaje de fe. ¿Por qué? Porque el orgullo es algo peligroso. Es lo contrario de la humildad. El orgullo es una actitud que proviene de nuestro interior y es algo contra lo que debemos luchar continuamente, ya que nos considera mejores que los demás, mientras que la humildad ve la necesidad de tener cuidado de no juzgar ni lastimar a los demás.

2. El orgullo es el enemigo del amor

Así es, el orgullo es enemigo del amor, pues nos impide ver a los demás como lo hace Dios. ¿Por qué? Porque el orgullo nos hace centrarnos en lo que tenemos y en lo que hemos hecho.

El orgullo puede hacernos sentir que somos mejores que otros, por lo tanto, creemos que somos más merecedores que otros del amor y las bendiciones de Dios.

 3. Nos aleja del orgullo y la arrogancia

La humildad nos aleja del orgullo y la arrogancia. El orgullo es una cosa fea. Nos hace sentir que tenemos que ser mejores que los demás.

4. La humildad nos recuerda nuestras propias debilidades

El orgullo es siempre comparar lo que hacemos con lo que otros no hacen. Nos hace sentir demasiado importantes. La verdad es que todos tenemos debilidades y todos cometemos errores. Es importante tener esto en cuenta cuando nos sentimos demasiado orgullosos. Debemos tener cuidado de no juzgar a los demás con demasiada dureza porque nosotros tenemos nuestros propios defectos.

Cuando somos humildes recordamos nuestros propios fracasos

El orgullo nos hace creer que lo sabemos todo y que no queremos que nadie nos enseñe. La humildad nos ayuda a servir a los demás. Cuando somos demasiado orgullosos, no queremos servir a los demás. Pensamos que somos demasiado buenos para eso o que no necesitamos hacerlo. Cuando somos demasiado orgullosos, no queremos aprender de los demás y, tristemente, nos perdemos la bendición de crecer e incluso hacer mejor las cosas.

5. La humildad nos enseña la empatía y la compasión

Estamos claros en que el orgullo nos hace sentir superiores a los demás. Nos hace centrarnos en lo que tenemos, en lo que somos y en lo que hacemos en comparación con los demás. La humildad, en cambio, nos hace detenernos y ver a los demás como iguales. No obstante, la empatía y la compasión nos ayudan a ver a los demás como lo hace Dios.

Es decir, nos ayuda a ponernos en el lugar de los demás y a ver las cosas desde su perspectiva. Así es, estas virtudes nos ayudan a amar a los demás como a nosotros mismos. Nos ayudan a ser más pacientes y amables con los demás, por lo que servimos de corazón.

6. Nos ayuda a ser más receptivos a las bendiciones y dones de Dios

Otros beneficios de la humildad es que nos ayuda a ser más receptivos a las bendiciones y dones de Dios. Cuando somos demasiado orgullosos, tendemos a ignorar las bendiciones de Dios. Tendemos a ignorar a las personas que nos aman y quieren ayudarnos. Tendemos a pensar que no necesitamos las bendiciones y los dones de Dios porque somos autosuficientes.

La humildad nos ayuda a ser más receptivos a las bendiciones y dones de Dios. Nos ayuda a ver que Dios está ahí para nosotros y esperando para ayudarnos.

7. Nos ayuda a ver lo mucho que tenemos que aprender de los demás

La humildad Nos ayuda a estar abiertos, pues nos recuerda nuestros propios fallos. Cuando somos demasiado orgullosos, no queremos aprender de los demás porque creemos que ya lo sabemos todo. En resumen, la humildad nos enseña a ser desinteresados y a poner a los demás en primer lugar. Nos muestra que todo lo que tenemos viene de Dios, por lo que es la base de todo lo que hacemos como creyentes.

Conclusión

El orgullo puede ser la razón por la que muchas personas nunca pasan de las primeras etapas de su vida en la fe. Porque el orgullo es algo peligroso. Es lo contrario de la humildad.

El orgullo es una actitud que proviene de nuestro interior y es algo contra lo que debemos luchar continuamente. Si eres una persona orgullosa, te considerarás mejor que los demás, mientras que la humildad ve la necesidad de tener cuidado de no juzgar a los demás y ser empáticos.

No lo olvides, el orgullo es enemigo del amor. Nos impide ver a los demás como lo hace Dios. Porque el orgullo nos hace centrarnos en lo que tenemos y en lo que hemos hecho. Esto es muy malo porque puede hacernos sentir que somos mejores que otros, por lo tanto, somos más merecedores.

Sin embargo, la humildad no es algo en lo que a mucha gente le guste pensar. Nos trae imágenes equivocadas de sumisión, debilidad y vulnerabilidad. Pero es una parte importante de ser creyente y hay muchos beneficios de tener este atributo. No lo olvides, la humildad puede ser difícil de entender y aún más difícil de vivir, pero es algo que todos necesitamos si queremos que nuestro camino con Cristo crezca.

Porque el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. Mateo