2022-04-18

Con Victoria

El duelo con fe y esperanza es posible porque Jesús ha vencido el pecado y la muerte. Debido a que Jesús padeció la muerte que merecíamos por nuestros pecados y fue resucitado por el Espíritu Santo, aquellos que ponen su fe, su gozo y su esperanza en Él, algún día también resucitarán. La muerte no llegará a quienes creemos con todo nuestro corazón en Jesucristo.
«¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?»1 Corintios 15:55

Ese será nuestro grito de victoria y todo gracias a nuestro amado Jesús.

Jesucristo, aplastó a la serpiente, venció la maldición con su obra en la cruz, tal como fue profetizado de Él desde el principio (Génesis 3:15). La obra de la redención ya está terminada, Sin embargo, aunque somos perdonados y restaurados a una relación cercana y correcta con nuestro Glorioso Dios, el pecado sigue presente en nuestros corazones, pero la victoria, está sellada.

Es decir, debemos vivir con la certeza de que Dios nos ha bendecido por medio de Su hijo, fuimos rescatados de la aflicción. No te aferres a las vanidades que nos ofrece el mundo, aférratea la cruz y al amor de tu Señor. No decidas  vivir en el dolor si tienes la gracia del Padre.     

“Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles” Apocalipsis 17:14.

Esperamos la Gloria

En diferentes etapas de nuestra vida, el dolor y las aflicciones no se sienten momentáneas. Y nuestro llanto y nuestro dolor quizás esté destinado a acercarnos al único que puede traer gozo y paz en medio de la soledad de una fría tormenta.

Aferrémonos a esa verdad: un día, seremos resucitados junto a Cristo. Ese día, no habrá lágrimas y dejaremos de llorar por siempre y podremos ver que momentánea fue cada aflicción y cada angustia, incluso la más dura de todas, la más difícil de sobrellevar y comprender.

“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” Romanos 8:18.
Quizás, si estás experimentando un gran dolor o aflicción, sentirás que esto puede no ser cierto, pero lo es.