Déjate amar por Dios. Recuéstate en sus brazos,
Déjate rodear por su amor. Que sean SU paz
Y SU sabiduría las que te ayuden a enderezar tus pasos
En medio de la batalla violenta; cuando sólo se oye
El grito de los enemigos. Busca un lugarcito y siéntate:
Cierra tus ojos, cubre tus oídos, abrígate bajo su sombra y saborea el silencio;
La quietud, la tranquilidad de su mirada.
Y poco a poco, como se levanta la mañana,
Escucharas un murmullo;
Una dulce voz que tu nombre llama,
Y Que te dice:
― “OYE, PON ATENCIÓN A QUIEN TE HABLA.
Un día sellé tu destino, y no se me ha olvidado,
Que juntos subiríamos montañas,
Derrotaríamos ejércitos, saltaríamos murallas.
Y si hoy flaquearon tus rodillas, no es tu culpa,
Estaba escrito:
Que te pararías frente al río de la verdad,
Y renovarías ahí tu compromiso eterno.
Sí, tu compromiso conmigo.
SOY EL QUE SOY, EL ETERNO. Tu llamado es confirmado hoy.
El cielo
y la tierra son testigos, seguiremos caminando juntos:
¡NO ME HE
OLVIDADO DE TI...! ¡VAMOS, Dame tu mano!
Que
tenemos que seguir luchando, y tú tienes que llegar
A la
culminación de ese llamado, que en la meta miles te esperan
Para
alegrarse junto a ti cuando con mis manos coloque en tu cabeza
¡LA CORONA DE LA VICTORIA ETERNA!”
Escrito por Hermes Alberto Carvajal
Recuérdalo, todos los días, una palabra de fortaleza para ti