Muchas veces relacionamos la soledad con la tristeza o con ser rechazados por los demás. Sin embargo, estar a solas puede ser un momento agradable para pensar y para acercarle a Dios.
El estar a solas o rodeado de personas no es la clave para ser felices ni tampoco tener bienes u obtener logros. La felicidad no se encuentra en ello, podemos sentirnos contentos por un momento, pero ese contentamiento no durará mucho. Cuando tu corazón descubra que solo se trata de algo que ocupa el lugar de Dios, volverás a sentir una soledad interna.
Podemos estar solos en un lugar, pero si en nuestro corazón no sentimos la presencia de Dios bendiciéndonos sufriremos la verdadera soledad: Soledad espiritual.
Teniendo claro que el problema no es estar en lugar solo o a solas, sino tener un vacío solitario en nuestro corazón, mira cómo el Señor se manifiesta en ambas escenas:
Estar a solas en un lugar:
Pasar tiempo a solas es perfecto para orar, reflexionar y darnos un poco de atención.
Orar es un tiempo íntimo donde compartimos con el Dios Todopoderoso. Para fortalecerte y alimentarte de Su gran amor debes ser constante en la oración, presenta tus inquietudes, dale gracias a Dios por todo lo que tienes y escucha lo que él quiere decirte y lo que es mejor para ti.
Por otro lado, también debemos compartir con los demás, no podemos encerrarnos en una burbuja y alejarnos de las personas. Una de las principales razones por las que muchos desean estar alejados de todos es porque no reciben lo que esperaban de la persona. Me explico, pensar que los que te rodean deben actuar de una determinada forma para que tu te sientas mejor y puedas disfrutar del cariño que te puedan dar no es el fin de compartir.
Debemos compartir sin recibir nada a cambio, recibimos más cuando damos de nosotros, esto es agradable a Dios. Ámense los unos a los otros. Quien cultiva el amor, recibe amor y quien cultiva el desafecto, igualmente recibirá una respuesta negativa.
Tampoco te molestes si en alguna ocasión la persona no reacciona como esperabas y se comporta de una forma indiferente. Asimismo, no te sientas mal por aquellos que necesitan más cariño que otros o por quienes, por alguna razón, ponen barreras a las amistades. Sin importar cuál reacción recibas: ama, porque Dios te amó primero. Cultiva el amor para que tu entorno sea bendecido por la bondad de Dios.
Recuerda que todos necesitamos llenar nuestro corazón con la paz y cariño de Cristo. Y si todos estamos en el mismo barco: solos en nuestro vacío por no comprender cuál es la voluntad de Dios en nuestras vidas, la única solución que existe seguirá siendo ir al Padre y cultivar Su amor con los demás.
“Nadie ha visto jamás a Dios, pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece entre nosotros, y entre nosotros su amor se ha manifestado plenamente”, 1 Juan 4:12.
Tener un corazón solitario:
Tener un corazón solitario es carecer de la presencia de Jesucristo en nuestro interior.
Un corazón solitario es aquel que ha descartado su anhelo de acercarse y conocer más a Dios como su prioridad.
Identifica qué es aquello que interfiere entre tú y tu amor del Padre, no permitas que esto pase, te quita tu felicidad. Las inquietudes, aunque no sean malas por sí solas, pueden causarte un gran dolor.
“Como respuesta el hombre citó: —“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, Lucas 10:27.