“...Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los cardos? Del mismo modo, todo árbol bueno da fruto bueno, pero el árbol malo da fruto malo. Un árbol bueno no puede dar fruto malo, y un árbol malo no puede dar fruto bueno. Todo árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al fuego. Así que por sus frutos los conocerán”. Mateo 7:15-20.
Se dice que los Discípulos de Jesús fueron llamados de cada tribu, lengua y nación. Estos individuos habían sido entrenados por Jesús para poder difundir las Buenas Nuevas por toda la tierra.
Los Discípulos de Jesús son conocidos por su amor al prójimo. Son conocidos por estar dispuestos a ayudar a la gente. También se dice que han estado dispuestos a sufrir por los demás. ¡Jesús no sólo estaba dispuesto a sufrir por los demás, sino que también sufrió por los demás de una forma indescriptible!
Por sus frutos hoy en día son conocidos
Los discípulos de Jesús también fueron conocidos por su bondad. Podemos estar seguros de que amaba a sus enemigos. Esto es algo difícil de llevar a cabo, pues cuando alguien te hace mal lo que quieres es vengarte. Es como la reacción natural pecaminosa del ser humano. Sin embargo, los seguidores de Jesús aman a sus enemigos, oran por ellos y en todo momento les desean el bien.
Un seguidor de Jesús muestra a través de sus acciones que está dispuesto a perdonar a la gente, sin importar lo que le hicieran. Si perdonamos a nuestro propio hermano y hermanas, entonces deberíamos estar dispuestos a perdonar a otras personas que nos han hecho daño.
Jesús enseñó a la gente y a sus discípulos a amarse los unos a los otros. Nos enseñó cómo compartir con nuestros hermanos y hermanas. Los que creemos en Jesús sabemos que debemos amar a los demás como a nosotros mismos.
Los seguidores de Jesús perdonan
Jesús estuvo dispuesto a perdonar a cualquiera, y a todos, incluso a las personas más odiadas por el pueblo. A Jesús no le importaba etnia o raza. La raza no importa a los ojos del Señor.
Jesús fue tan compasivo que estaba dispuesto a morir en nombre de su propio pueblo y, sin embargo, muchos rechazaron el regalo de la salvación.
“ En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos. Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu. No dejemos que la vanidad nos lleve a irritarnos y a envidiarnos unos a otros”. Gálatas 5:22-26.