Edición: Hermes Alberto Carvajal
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “De cierto os digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Mas os digo que es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios” (Mateo 19:23-24).
Mi nombre es Isaías ''Chay'' Arvizu Avalos. Cuando tenía cuatro años de edad, nos fuimos a vivir a un campo agrícola en la costa de Hermosillo, apenas si lo recuerdo, muy cerca de la Bahía de Kino. Mi apá era el mayordomo en ese campo. Allí asistíamos a unas escuelitas rurales, la “Viva México'' y la “Plan de Ayala”. Mis tres hermanos, mayores que yo, siempre fueron muy separados de nosotros, los cuatro menores.
Francisco, “El Pancho”, es mi hermano mayor, que en cuanto se graduó de la primaria lo enviaron a estudiar la secundaria a Hermosillo con unos tíos; allá trabajaba y estudiaba, y nos visitaba solo los fines de semana. María del Refugio, “La Cuca”, se la pasaba todo el día mirándose en el espejo. Aún recuerdo como si fuera hoy su rostro todo embadurnado de cremas de Avon. Puedo oler como si fuera ahorita las mascarillas de pepino y fresa que se ponía y quitaba todo el día. Cuando no se estaba arreglando las uñas, estaba cepillándose los dientes de diez a veinte veces por día, o peinando su cabello hora tras hora.
Rafael, “El Pescado” --le decíamos así por su trompita de pichel--, siempre estaba con mi apá echando mecánica o manejando los tractores. Cuando yo quería ir con él a algún lugar me corría lanzándome piedras y me decía que regresara. Nunca le gustó que anduviéramos con él.
Pero mi hermanita Alma y mis dos hermanitos Isaac y Ezequiel --menores que yo-- siempre andábamos juntos haciendo travesuras o jugando. No sé por qué, pero creo que por ser el mayor me convertí en líder de ellos. Un día venía con “El Pancho” en un camión de pasajeros medio destartalado --de esos que van y vienen de Hermosillo a Kino-- y cuando íbamos entrando a la capital del Estado de Sonora, mi hermano indicó hacia la derecha y me dijo: “esa es una colonia de ricos, se llama 'Villa Satélite'”.
Giré de inmediato para ver cómo era una colonia de “ricachones”, pero solo alcancé a mirar un paso desnivel (puente) y una gran antena de una televisora local. Alcancé a leer “Canal 6”. Después supe que era “Telemax, tu canal consentido”.
De inmediato, mi imaginación voló, me imaginé las residencias elegantes, muy bonitas que miraba junto a mi amá en la telenovela “Los ricos también lloran”. Traté de grabar en mi memoria algunas cosas de ese lugar, por si un día tenía la oportunidad de regresar y conocer si de verdad eran como las miraba en la tele.
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DE REGRESO A VIVIR EN HERMOSILLO