Jesús nos habla de sembrar y cosechar, las cuales son acciones que no solo se pueden ver en el campo, también en nuestro corazón.
Sembrar hace énfasis en la preparación de un terreno, bajo el cual se cultivará una semilla. Se alimentará, crecerá y dará frutos. Esos frutos se recolectan, los buenos se colocan en la canasta y los malos se desechan y no sirven más que para abono.
Así, como plantamos en la tierra y esperamos obtener buenos frutos, así mismo plantamos en nuestra vida y esperamos recibirlo; ya sea en nuestra familia, nuestros estudios, nuestro trabajo o en nuestra identidad y razón de ser.
La Biblia nos enseña a sembrar
La Biblia nos enseña a sembrar y cosechar en nuestras vidas. Sus páginas abrigan la Palabra de verdad y en ella encontramos las semillas de más alta calidad para cosechar y recibir buenos frutos. Si sembramos semillas llenas de angustias, tristezas, vanagloria y de todo aquello que Dios aborrece y deshecha, no podemos esperar recibir las bendiciones del Señor.
Al sumergirnos en las escrituras encontramos excelentes alegorías que nos explican a detalle las diferentes etapas de sembrar las semillas del Evangelio en nuestras vidas:
Recibir buenos frutos sin nada a cambio.
¿Cosechar sin sembrar? Exacto… Si Dios es el Rey de reyes y Señor de señores, quien ante su presencia toda rodilla se dobla; y dio orden y propósito a todo lo existente… ¿Qué vas a sembrar? Aunque te parezca contradictorio, no lo es.
Fuimos salvados y somos ganadores en la cruz y recibimos los mejores frutos sin haber hecho nada. Salvos por Gracia. Deja que sea Cristo el que plante en tu viña, Él sembrará Su amor, Su misericordia y Su paz.
Tú eres más que una ave en el cielo, toma los frutos en el Señor.
<<Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?>> Mateo 6:26
Lo que se siembra se cosecha.
Si sembramos con orgullo y el sudor de nuestra frente sobre un terreno tan sensible a las tentaciones y tan frágil como nuestro corazón. Cosecharemos nuestra propia vanidad y nuestros propios pecados, dando lugar a los placeres de la carne.
Solo debes abrazar la Palabra de Dios y dejar que Cristo plante.
<<El que siembra para agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza cosechará destrucción; el que siembra para agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna.>> Gálatas 6:8
Esperar con paciencia las bendiciones de nuestro Padre.
No nos podemos desesperar, las bendiciones de Dios son perfectas y en el tiempo preciso. No trates de arrancar del árbol los frutos verdes.
Si estás pasando por momentos difíciles, solo pídele a Dios que plante. Preparar un terreno lleva tiempo y si la tierra no está lista para cultivar y nutrir una semilla, esta se pudrirá. Eso te pasará a ti. Primero deja que Su Palabra prepare el terreno para que puedas recibir las bendiciones de Dios.
<<No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.>> Gálatas 6:9
Tus bendiciones le pertenecen a Dios.
Todo lo que has recibido ha venido de la mano de Dios. Tus dones, tus talentos, tu sabiduría, tu familia, tus posesiones. Todo es de Dios y para alabanza de Su Nombre. Nunca te olvides de Su gran amor y de todo cuanto te ha dado.
El centro de tu vida es Cristo. La piedra angular que te sostiene, que te protege y que te ama.
<<Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas.>> Proverbios 3:9