La Policía de Itapemirim (Estado de Espíritu Santo), detuvo a dos sospechosos de matar a un joven de 25 años durante un intento de robo.
Este joven se llamaba Magno y murió un 15 de marzo, él iba en una motocicleta que chocó con un carro, el cuerpo de bomberos llegó para ayudarlo, pero al llegar al hospital se le encontraron tres tiros en la espalda, lo que indica que él murió antes de estrellarse contra el vehículo.
Respecto a esto la policía dijo que el joven fue afrontado por delincuentes que querían robarle la moto, pero al tratar de escapar, los delincuentes le dispararon. La investigación tardó siete meses, hasta que la policía logró identificar a los criminales.
Cleonice Fonseca Leite, madre de la víctima, le dijo a la policía que quería conocer a los sospechosos. Cuando habló con los dos hombres, uno de 20 años y otro de 26, ellos confesaron y pidieron perdón por la muerte de Magno.
Ella mencionó lo siguiente en una entrevista: “Siempre quise conocer a las personas que mataron a mi hijo, así que le pregunté a la policía que me permitiera verlos. Mucha gente dijo que estaba loca por abrazar a los asesinos, pero mi hijo murió y no volverá. Él haría lo que hice. Hice lo que mi corazón mandó”.
Lo maravilloso fue que los delincuentes le pidieron un abrazo y lloraron cuando oyeron a la mujer hablarles de Dios. Ella contó acerca de esto: “Tiré un peso de mi espalda, no negaría un abrazo. Estoy aliviada de haber hablado con ellos acerca de Dios. Ahora puedo seguir adelante y continuar mi vida”.
Lo que ella mas anhelaba es que ellos dejen el mundo de las drogas en el que están metidos y salgan del mundo de la delincuencia en el que se encuentran.
Uno de los dos delincuentes llegó a decir que ya no volvería a cometer delitos. “Usted puede estar segura. Perdóneme”, dijo.
A razón de esto, Cleonice Fonseca Leite está bastante emocionada, pero no está totalmente segura si los hombres le fueron sinceros al hablar. Pues considera que tal vez hicieron esto por la presión en la que se encontraban.
Ella dijo: “Creo que ellos no están arrepentidos, me pidieron perdón por el miedo, porque estaban en una estación de policía. Pero son unos pobres miserables, víctimas de la drogas. Es Dios quien los juzgará por lo que hicieron. Soy cristiana y mi hijo lo era también. He perdonado por ello, porque Magno lo haría también”