2022-02-18
Mujeres impiden mi boda

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―Pues… yo sí tengo algo que decir, señora ministro: que aquí este hombre está echándose este compromiso, y deja a mi hija de 17 años al borde del suicidio y embarazada de 6 meses. Yo me atrevo  a intervenir en esta sagrada  ceremonia, y con respeto de la novia a quien no conocía, para demostrarle a este desgraciado, con el perdón de los presentes, que no lo vamos a dejar en paz hasta que se haga responsable del compromiso de esta criatura que viene en camino.
 
Mi señora, no le exijo que se case con mi hija, ¡qué a la cárcel lo debería de mandar por enamorar a una menor!, pero no quiero ir tan lejos. Mientras este hombre le prometía fidelidad y matrimonio a esta pobre novia, a escondidas se veía con mi hija y le hacía las mismas promesas.
 
Mi hija no está presente y ella no sabe que yo vendría, mas vengo a decirle a este bribón que no somos idiotas y no nos vamos a dejar menospreciar por este animal... Bueno, pues he dicho. Que Dios me perdone y los presentes por causar esta conmoción que estoy segura de que cualquier madre que ama a su hija menor, haría lo mismo; pero sobre todo, que este rufián no se quede sin castigo ni pena. Que la justicia de Dios es justa y tarde o temprano recibirá su castigo. Me despido, con su permiso...

Y habiendo dicho eso la mujer se retiró. La pastora estaba amarilla y con la boca abierta, mi novio estaba llorando. Yo pensaba que era una pesadilla o una alucinación.

―Dime que no es verdad, Rafa- Le dije a mi novio - dime que no es verdad esto que está pasando, ¿Verdad que es una mentira, o una broma de esas de cámara escondida? Anda, por favor, ¡contéstame...!

Y ahí parados frente a todos, él solo se llevó las manos a la cara y empezó a sollozar. La mujer ya se había retirado y aunque no había muchos invitados, los murmullos llenaban la pequeña iglesia.

La pastora se inclinó hacia nosotros y nos dijo:

―“Bueno, pues esto nunca me había pasado. Pero… si ustedes quieren continuar, continuamos como si nada hubiera pasado. Ahí... después arreglan ustedes… Yo tengo un culto en media hora y no puedo esperar mucho”.

Mi madre y mi hermana se acercaron a nosotros y me preguntaron que cómo me sentía. Yo no pude más y solté el llanto…

― ¿Continuamos? Continuaremos mejor – dijo la pastora.

― ¿Qué quieres hacer hijita? – preguntó mi madre.

Mi novio seguía con las manos en el rostro, pero le picaron en las costillas para que reaccionara.

―Seguimos – dijo él – continuamos – luego lo aclaramos, mi amor – y se me quedo viendo esperando mi respuesta.

No les miento, que esto se desató en menos de cinco minutos. Tres años de ilusiones, tensiones y de amor echados a perder en cinco minutos.

Levanté mi rostro aún confundida y les dije:

 

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