Sácate esto de la cabeza:
El fracaso no significa que ya sea el final de tu vida.
Te platicaré dos casos:
Un joven que conocí me llamó para pedirme consejo. En el teléfono me confesó que había cometido un delito la noche anterior. No había herido a nadie, ni había golpeado, violado, o asesinado. Su “crimen” tenía más que ver con asuntos administrativos, pero, si ameritaría algunos meses de prisión. Me dijo que estaba preocupado porque no tenía abogado, y sin abogado, la condena pudiera ser mayor.
Yo le conteste que si tenía abogado: Cristo Jesús, quien no solo abogaría por el ante el Padre, sino también tenía el poder de borrar sus pecados, y de ayudarle en su situación legal. Él lo creyó de todo corazón, y fue al siguiente día y se entregó a las autoridades. El juez miro su corazón arrepentido. Le condeno a reparar financieramente el daño que había hecho y no lo condenó a prisión.
Este joven salió de la corte con la determinación de terminar su escuela y continuar con su vida. Posteriormente se casó y tuvo una familia maravillosa. Dios lo restauró, y su estado postrero fue mucho mejor que el primero.
Conozco otro caso similar, donde la persona no creyó en el poder de nuestro abogado defensor, Jesús, y esa persona mintió y ocultó su crimen.
Este hombre no se arrepintió ante Dios. El juez le dio varios años de prisión por un delito similar al del joven de quien también te acabo de contar.
Continuando con el título de este tema, sácate de la cabeza esto:
El fracaso es el final de tu vida y acaba con cualquier tipo de esperanza
Lo leerás a continuación están tan enraizado en nuestra vida, porque así fuimos educados, y así la sociedad de mil maneras trata día a día de restregarnos en la cara esta mentira, disfrazada de verdad, solamente para garantizar que tu no triunfes.
No pienses más que el fracaso es el final de tu vida y acaba con cualquier tipo de esperanza de un mejor futuro.
Es mentira. Cualquier tipo de fracaso, aun el más horrible, no significa el final de tu esperanza, ni el final de una vida fructífera. Claro, hay de fracasos a fracasos y en esta ocasión no me refiero a tragedias involuntarias, o a crímenes. Este tipo de cosas traen demasiada tensión mental y espiritual y es difícil continuar la vida “buscando el éxito y la felicidad” cuando sabes que traes una cola larga de deudas morales que tienes que resolver. Aun así, Dios siempre tiene las puertas de su corazón abiertas para un corazón arrepentido, y aunque él no promete sacarte de los problemas, si promete perdonarte y considerar tu caso.
Por eso, fracasar no es el final. Este mundo piensa diferente: Según este mundo, una vez fracasado, siempre fracasado. Una vez criminal, siempre criminal y esto no es verdad. Créeme que, en Jesús, hay perdón y hay restauración. Aun conozco personas, que fueron criminales, y una vez en la cárcel encontraron a Jesús y dedicaron sus vidas a alentar a otros presos y a guiarlos a Dios o hicieron otras cosas que bendijeron a miles dentro y fuera de la prisión y aunque murieron en prisión y no recibieron la libertad por la gravedad de los crímenes cometidos, su vida postrera en prisión fue fructífera y Dios los uso en gran manera.
Parece fácil. Para las víctimas, eso sería imposible. Mirar al asesino de su ser querido transformado en una persona útil a la sociedad, es algo que no cabe en sus mentes. Pero, recordemos que el destino de nuestra vida sigue estando sellado entre Dios y nosotros. Tu salvación, mi salvación, tu destino, mi destino, no es asunto público, es un asunto que se resuelve entre dos: Dios y la persona que humilde de corazón, lo busca.
Las respuestas a tus oraciones no se dan por democracia. Dios no le anda pidiendo opiniones a la gente acerca de si debería de perdonarte o no. Si se tratara de recibir el voto popular para cada petición que hacemos a Dios, pues nunca recibiríamos nada.
Su palabra dice:
“…si se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, si oran y buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra…” 2 CRÓNICAS 7:14
Es difícil para el corazón humano, entender porque Dios escucha a un criminal, o a un “fracasado” arrepentido. Humanamente hablando, es difícil perdonar.
Pero Dios perdona y restaura, (por eso es Dios, Él puede hacer lo que nosotros no podemos) y sea cual haya sido tu fracaso, si reconoces tu pecado, tu agravio, tu ofensa, o incluso, tu delito entonces arrepiéntete de corazón y eso incluye pagar tu deuda, ya sea ante las personas, o ante las autoridades, la restitución es necesaria en muchos casos y Dios honra tu arrepentimiento.
Si estas “quebrado” financieramente, toma valor, y ve y pide la oportunidad de que te den un tiempo considerable para saldar tu deuda. Dios te va a honrar.
Si tu ofensa es un delito grave, y te están buscando las autoridades, busca a Dios y pide que el ponga en tu corazón lo que debes de hacer. Entregarse a las autoridades no es siempre la mejor opción, sobre todo si no has consultado a un abogado terrenal, pero si huir hace que tu corazón desfallezca y tu condena legal aumente, es mejor enfrentar al juez terrenal, habiendo buscado y consultado primero a tu abogado espiritual quien todo lo puede, y quien si conoce la verdad de tus intenciones.
Es hora de buscar a Dios.
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