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Continuación...
[...] Los gritos de los hombres que sujetaban los cadáveres de sus novias llenaban el recinto. Futuros derrumbados, familias destruidas, en un instante.
Sola y conmocionada, fingí estar muerta durante más de una hora, acostada entre las personas que veían a sus seres queridos inmóviles, conteniendo mi respiración, tratando de no moverme, de no llorar, de no darle a aquellos hombres el miedo que tanto querían ver. Tuve la increíble suerte de sobrevivir, pero muchos no.
La gente estaba allí por la misma razón que yo, para divertirse un viernes por la noche. Eran inocentes. Los actos como estos resaltan la depravación de los seres humanos y las imágenes de aquellos hombres que nos rondaban como buitres me perseguirán el resto de mi vida. La forma en que dispararon meticulosamente a los asistentes sin ninguna consideración por la vida humana. No parecía real; esperaba que en cualquier momento alguien dijera que era una pesadilla.
Pero ser una superviviente de ese horror me permite honrar a los héroes que estuvieron allí. Al hombre que me calmó y arriesgó su vida para cubrirme la cabeza mientras yo gemía, a la pareja cuyas últimas palabras de amor me permiten seguir creyendo en el mundo, a la policía que consiguió rescatar a cientos de personas, a los extraños que me recogieron mientras huía y me calmaron durante 45 minutos porque creía que el chico al que amo estaba muerto, al hombre herido que había confundido con él, quien me sostuvo y me dijo que todo iba a salir bien a pesar de estar solo y asustado, a la mujer que abrió sus puertas a los supervivientes, a la amiga que me ofreció refugio y salió a comprarme ropa nueva para que no tuviera que usar mi blusa manchada de sangre, a todos los que me han mandado mensajes de apoyo, todos ustedes me hacen creer que este mundo puede ser mejor.
Pero sobre todo, a las más de 80 personas que fueron asesinadas en el concierto, quienes no tuvieron tanta suerte, quienes no tuvieron la oportunidad de despertarse hoy, y por todo el dolor por el que sus familias y amigos están pasando: lo siento mucho.
Me siento privilegiada de haber estado allí durante sus últimos instantes. Creí realmente que los iba a acompañar en su suerte y les prometo que sus últimos pensamientos no fueron sobre esos animales que hicieron esto. Estaban pensando en las personas que amaban.
Mientras estaba acostada en la sangre de extraños, esperando la bala que acabaría con mis 22 años de vida, pensé en cada una de las personas que quiero y susurré ‘los amo’, una y otra vez. Pensé en ellos y en lo que he logrado en mi vida, deseé que mis seres queridos supieran cuánto los amo y que, sin importar lo que me pasara, siguieran creyendo que existe el bien en el mundo, que no dejen ganar a quienes hicieron esto.
Anoche, las vidas de muchos cambiaron para siempre y ahora depende de nosotros ser mejores personas, vivir las vidas que las víctimas inocentes soñaban y ya no pudieron vivir. Ángeles descansad en paz. Nunca seréis olvidados”. VOLVER AL INICIO DE ESTA NOTA, CLIC AQUÍ
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- Vuelve a la vida después de ahogarse
- ¡MILAGRO! Niño paralitico se levanta de su silla de ruedas
Sola y conmocionada, fingí estar muerta durante más de una hora, acostada entre las personas que veían a sus seres queridos inmóviles, conteniendo mi respiración, tratando de no moverme, de no llorar, de no darle a aquellos hombres el miedo que tanto querían ver. Tuve la increíble suerte de sobrevivir, pero muchos no.
La gente estaba allí por la misma razón que yo, para divertirse un viernes por la noche. Eran inocentes. Los actos como estos resaltan la depravación de los seres humanos y las imágenes de aquellos hombres que nos rondaban como buitres me perseguirán el resto de mi vida. La forma en que dispararon meticulosamente a los asistentes sin ninguna consideración por la vida humana. No parecía real; esperaba que en cualquier momento alguien dijera que era una pesadilla.
Pero ser una superviviente de ese horror me permite honrar a los héroes que estuvieron allí. Al hombre que me calmó y arriesgó su vida para cubrirme la cabeza mientras yo gemía, a la pareja cuyas últimas palabras de amor me permiten seguir creyendo en el mundo, a la policía que consiguió rescatar a cientos de personas, a los extraños que me recogieron mientras huía y me calmaron durante 45 minutos porque creía que el chico al que amo estaba muerto, al hombre herido que había confundido con él, quien me sostuvo y me dijo que todo iba a salir bien a pesar de estar solo y asustado, a la mujer que abrió sus puertas a los supervivientes, a la amiga que me ofreció refugio y salió a comprarme ropa nueva para que no tuviera que usar mi blusa manchada de sangre, a todos los que me han mandado mensajes de apoyo, todos ustedes me hacen creer que este mundo puede ser mejor.
Pero sobre todo, a las más de 80 personas que fueron asesinadas en el concierto, quienes no tuvieron tanta suerte, quienes no tuvieron la oportunidad de despertarse hoy, y por todo el dolor por el que sus familias y amigos están pasando: lo siento mucho.
Me siento privilegiada de haber estado allí durante sus últimos instantes. Creí realmente que los iba a acompañar en su suerte y les prometo que sus últimos pensamientos no fueron sobre esos animales que hicieron esto. Estaban pensando en las personas que amaban.
Mientras estaba acostada en la sangre de extraños, esperando la bala que acabaría con mis 22 años de vida, pensé en cada una de las personas que quiero y susurré ‘los amo’, una y otra vez. Pensé en ellos y en lo que he logrado en mi vida, deseé que mis seres queridos supieran cuánto los amo y que, sin importar lo que me pasara, siguieran creyendo que existe el bien en el mundo, que no dejen ganar a quienes hicieron esto.
Anoche, las vidas de muchos cambiaron para siempre y ahora depende de nosotros ser mejores personas, vivir las vidas que las víctimas inocentes soñaban y ya no pudieron vivir. Ángeles descansad en paz. Nunca seréis olvidados”. VOLVER AL INICIO DE ESTA NOTA, CLIC AQUÍ
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