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2021-01-07

Pero ¿por qué el gozo?

¿Te has preguntado por qué los protagonistas de la Biblia se deleitan y vuelcan su gozo en Dios como parte fundamental de la relación que tienen con Él? ¿No es suficiente simplemente obedecer a Dios o temer a Dios o adorar a Dios o creer en Dios? ¿Por qué la alegría por estar deleitando a Dios? ¿Por qué deleitarse? ¿Por qué importa tanto ese lazo de amor?

El gozo en Dios importa profundamente porque más que cualquier otra respuesta o experiencia humana, el gozo revela clara y completamente el valor y el esplendor de todo lo que Dios evoca. El gozo o el deleite es la herramienta o medio más eficaz para glorificar y adorar a nuestro Dios de Amor.

El deleite profundo y duradero en Dios es la forma en la que Él es más glorificado y honrado

“Dios es más glorificado en ti cuando estás más satisfecho en él” (J. Piper).

Dios es más glorificado en ti (y en todos los creyentes) cuando estás más complacido, satisfecho, fascinado y cautivado con el esplendor de su grandeza y su belleza, algo que se puede ver en el rostro y el amor de Jesucristo.

Cuando experimentas y expresas gozo en Dios, tal vez en medio de un sufrimiento indescriptible, dificultades o pérdidas, otros se detienen y preguntan: “¿Cómo debe ser este Dios para que se le considere digno, no simplemente de reconocimiento, sino de deleite, y, no simplemente de reconocimiento sino de regocijo? "

“La alegría es el testimonio más claro del valor de lo que disfrutamos. Es la reverberación más profunda en el corazón del hombre del valor de la Gloria de Dios” (J. Piper).

Todos los que amamos a Jesús existimos para glorificar a Dios. La espiritualidad implica un compromiso de que Él sea amado, glorificado y magnificado en nuestras vidas.
Pero, ¿cómo podríamos glorificar aún más a Dios? ¿Dónde y de qué manera se revela más claramente la gloria de Dios?  Pues, Dios es más glorificado en nosotros cuando nuestro conocimiento y experiencia de Él encienden un fuego de gozo en nuestra alma que consume todos los placeres en competencia y solo Él se convierte en el tesoro que más amamos y valoramos.

La admiración apasionada y gozosa de Dios es el objetivo de nuestra existencia y, por tanto, la esencia de la verdadera espiritualidad.

Así es como lo expresó Jonathan Edwards:
“Dios se glorifica no solo cuando su gloria es vista, sino cuando hay deleite en ella. Cuando aquellos que la ven se deleitan en ella, Dios se glorifica más que si solo la vieran. Su gloria se recibe entonces por toda el alma, tanto por la mente como por el corazón. Dios hizo el mundo para que Él pudiera comunicarse, y para que la criatura reciba su Gloria; y que pueda recibirse tanto por la mente como por el corazón. El que da testimonio de su idea de la gloria de Dios [no] glorifica a Dios tanto como el que da testimonio también de su aprobación y su deleite en ella”. (Una visión…, p. 26).